23 mayo, 2006

Indios guaraníes

El portavoz del GPS, Diego López Garrido, me pidió que recibiera a una delegación que quería entrevistarse con el Grupo (también lo hacía con los otros Grupos de la Cámara) para exponernos su impresión de la actuación de la empresa REPSOL en los terrenos de la comunidad indígena guaraní en Bolivia.

La delegación fue introducida por una representante de INTERMÓN, con dos representantes de la ONG boliviana CEADES (uno autóctono y otro foráneo), y dos representantes de la Asamblea del Pueblo Guaraní de Itika Guasu.

En la explicación de las ONG’s manifestaron la disparidad entre las proclamas que la empresa en cuestión decía en Europa sobre Responsabilidad Social Corporativa (RSC) y la realidad de su actuación, en los campos ambiental, social y cultural, allá a la selva americana, además de la estrictamente económica.

No tendría que haberme sorprendido la impresión de agobio que los indígenas tienen de la acción de las poderosas empresas –de toda clase y origen- que actúan en sus territorios. Los conceptos con los que estamos acostumbrados a movernos nosotros no son aplicables a otras realidades sociales. Las diferencias son abismales. Esto que es tan evidente creo que no es asumido, no solamente por las compañías (generalmente extractoras), sino por los receptores finales de sus productos, como son los consumidores de los países ricos.

Es de suponer que las actuaciones de estas empresas tienen una base legal desgraciadamente demasiado inestable que, más allá de su origen, se aplica más o menos correctamente. Pero no escapa a la comprensión de nadie que en la historia económica mundial estos procesos se han hecho con grandes dosis de discrecionalidad, con violencia de varios grados y formas, con padecimientos, voluntarios o forzados, de las comunidades afectadas y los territorios. Así ha sido desde el alba de los tiempos y continúa hoy mismo.
Lo que ahora es diferente es el conocimiento de los hechos, la superior conciencia de los afectados y la mejor posibilidad de defenderse. Pero al mismo tiempo, el reconocimiento de las soberanías nacionales conlleva dificultades de actuación. Más allá de entenderles y escucharles, de conocer su preocupación y queja, de hacer un primer reconocimiento de la justicia de su clamor, pocas cosas se me ocurren para poder encarar el aprovechamiento de los recursos naturales que están a sus tierras con una actuación equitativa y justa por todo el mundo. Evidentemente, hace falta hacer llegar a las empresas españolas, y en este caso a REPSOL, la necesidad de correlacionar palabras y hechos, propaganda y actuación, y comprensión y respeto de las complejas y antiguas realidades sociales, culturales y ambientales en las que operan.

Sólo sea para obligarme a reflexionar sobre el tema ya vale la pena.

Madrid, 22 de mayo.

Escoger pareja

Tal como expliqué hace pocos días, el Gobierno ha debido decidir cómo sorteaba el primer escollo parlamentario de su propuesta de reforma fiscal, la consideración de la totalidad de la iniciativa.

Como que había enmiendas a la totalidad, en ambos sentidos, hacía falta escoger cómo avanzaba. Si lo hacía con “los socios preferentes” de la legislatura, los que habían votado la investidura de Zapatero, ERC e IV, o si se decantaba por CIU. Es evidente que en este baile el PP no podía ser pareja.

Las demandas eran lógicamente divergentes: La izquierda acentuaba las tintas de la propuesta de reforma, la derecha las diluía.

El Gobierno ha escogido CIU. Este grupo retiraba la enmienda a la totalidad y votaba con el Gobierno. ¿Porqué? Los discursos que se pronunciaron a la tribuna en la sesión de este jueves ya eran a “toro pasado”. Todos eran justificativos de la votación posterior, pero indicaban por dónde habían ido las cosas, cuáles habían sido las peticiones y como se habían, o no, logrado los acuerdos y los desencuentros.
Tanto ERC, como IV, hicieron un discurso radical, de acuerdo con sus principios. Ante la propuesta, moderada, del Gobierno querían más. La querían más acentuada la reforma. Normal. Lo qué pasa pero, es que si el Gobierno (con 164 Diputados/das) no cree, o no quiere, ir más allá del que le piden 8 y 5 diputados/das respectivamente, y a la vez necesita más votos, no le queda más remedio que apoyarse en la derecha. Estirando la cuerda a veces se rompe.

CiU otra vez, el rey de la situación. Sánchez Libre exultante en la tribuna: “Hemos conseguido menos impuestos para todos los españoles y para las empresas”. De los “españoles” habló más bien poco. Pese a que el 85% del coste de la reforma está en el IRPF, el diputado de Unió dedicó el 70% de su intervención al impuesto de Sociedades que es el que verdaderamente le interesa: La rebaja propuesta del 30% al 25% por las PIMES en cinco años, de golpe. Rebajas a la reinversión de beneficios. Tratamiento especial de la I+D... Veremos en el trámite parlamentario que ahora comienza como se concreta lo que se pactó.

La "cultura de coalición”, o de trabajo en minoría, tiene estas consecuencias. Hace falta medir muy bien los límites de las exigencias, tanto por los grandes como por los pequeños. La percepción de ceder demasiada y pasarse, o de plantarse y no obtener apoyo siempre es subjetiva. Pero harían bien las parte confrontadas en analizar las consecuencias resultantes de su juego.
En este caso se ha producido un cambio de pareja en una cuestión importante como es la reforma fiscal. Tema complicado, el tema y el resultado, puesto que el corolario lógico es: ¿Con quien bailaremos los presupuestos del año 2007? ¿Cuánto tensarán la cuerda, todos: el Gobierno, los “socios preferentes”, la nueva pareja, de cara a las cuentas del año que viene? Estamos en la mitad de la legislatura. La incapacidad de la izquierda, de toda la izquierda –nosotros también – para construir un sólido bloque de progreso deja como única alternativa la del juego de los nacionalismos moderados (CIU y PNV) de ser la bisagra del arco parlamentario.
Luego, ¿De qué nos extrañamos de otras cosas?
Mataró, 19 de mayo.

15 mayo, 2006

Pesadilla por entregas*

*(artículo para Capgros.com)
Permitidme que encabece esta nota con el título de una de las mejores canciones, a mi parecer, de Serrat.

Ahora ya sólo queda la última etapa de esta larga carrera para conseguir un nuevo Estatuto de Autonomía para Cataluña. Es la etapa definitiva en la que se convoca a los ciudadanos/nas a que, en virtud de su soberanía, ratifiquen o rechacen la propuesta que han elaborado sus representantes.

Se ha acabado el tiempo de la ambigüedad. De decir una cosa y hacer otra. O de hacer una cosa y decir otra. La ciudadanía tiene frente a ella un texto concreto fruto de un proceso que se ha seguido escrupulosamente según lo que está establecido por la Constitución española.

Aquí nos encontramos con la primera definición que deberá hacer la soberanía popular. ¿Se acepta un Estatuto derivado de este marco, o no? Porque hay muchos que piensan, legítimamente, que no. Ha habido la afirmación confusa, voluntaria o involuntaria, de decir que el Parlamento de Cataluña es la expresión de la soberanía del pueblo catalán, con independencia de la fuente de su legitimidad real que es la Constitución española. Porque, ciertamente, el Parlamento de la Ciudadela, legal y legítimamente, no es nada más que una emanación del Estatuto que deriva de la Constitución española del 78.
El voto lógico de los que piensan así debería ser el no-voto. No ir a votar, puesto que el origen de lo que se les pregunta no es el que debería de ser. Pero, seguramente, muchos de los que piensan así irán a votar, y votarán No, con lo que mezclarán la expresión de su soberanía con otros No de significado diferente.

Aceptado el marco constitucional, habrá que decidir entre las cuatro opciones que hay: Votar que Sí, que No, en blanco, o no votar. Sólo los votos afirmativos tendrán una lectura unívoca de aceptación del texto que se les somete a consideración. Las otras tres opciones, juntas o separadas, pueden tener lecturas variadas y divergentes, que si las sumamos a los votos negativos que deberán ser no-votos, complicarán más el ulterior análisis del resultado.

El espectáculo que han (hemos) dado las fuerzas políticas para llegar hasta aquí no ayuda nada a la decisión que habrá de expresar la soberanía popular. Se llega al momento crucial con el cuerpo electoral agotado por el largo proceso, y con la impresión de confusión entre los hechos y las palabras, entre lo que se dice y lo que se quiere. Veremos cuál es su veredicto, no sólo de lo que se les consulta, sino sobre los que han protagonizado la propuesta hasta ahora. Es el Estatuto, el nuevo Estatuto, pero es también la clase política catalana del nuevo Estatuto la que se someterá a evaluación.
Algunos de los que somos partidarios del Sí iremos a por todas para explicar principalmente dos cosas: La primera, que difícilmente volveremos a tener, al menos no se divisa por ahora, una situación tan favorable en España por mejorar nuestro auto gobierno. Las alternativas previsibles, tanto a derecha como a izquierda, no van en la línea de superar la España plural de Rodríguez Zapatero, sino precisamente van en sentido contrario. Por lo tanto, es preciso aprovechar el momento, y a la vez reforzar esta posición, puesto que el rechazo a la propuesta comportaría un rechazo complementario al que la ha hecho posible y que sería aprovechado por sus adversarios (de fuera y... de dentro).
La segunda, que la propuesta que se presenta mejora, en mucho, tanto en competencias como en financiación lo que está vigente hoy, adecuándola más a las necesidades actuales. Su rechazo, por los motivos diversos que se quieran expresar, no traería la reconsideración de la propuesta. Más bien, el desastre que representaría, alejaría por muchos años esta posibilidad y nos dejaría allí dónde estamos ahora, en el Estatuto que se aprobó hace 27 años, a comienzos del Estado de las Autonomías. Esto si que seria un serio retroceso en la voluntad de mejorar nuestro autogobierno. Además quedaríamos enfangados en un previsible nuevo espectáculo de reproches entre unos políticos desprestigiados. Quizás esto es el que algunos quieren, especialmente los componentes de los extremos del arco político que piensan que en esta situación tienen opciones. Opciones, que como reiteradamente demuestra la historia, siempre que se han materializado, más allá del fogonazo inicial, no han dado buenos resultados
Con las cosas de comer no se juega, dice el dicho popular. Expliquemos muy bien qué nos jugamos con el referéndum del Estatuto, además de explicarlo concretamente. Tenemos un mes por delante, poco tiempo pero es el que hay, para convertir una pesadilla en un mejor y realista futuro.
"C'est joli la liberté
N'est-ce pas monsieur?
C'est joli la liberté."

Madrid, 11 de mayo.

02 mayo, 2006

Galbraith. Adiós, maestro.


Es difícil escoger una fotografía que recuerde un personaje, y más si éste ha tenido un largo recorrido vital y público. He escogido ésta que me parece que lo define, o al menos creo yo que lo define como siempre lo he pensado.

Hoy, que los periódicos han hablado de su fallecimiento, hay dos reseñas que quiero destacar: la de Emilio Ontiveros, y la de Joaquín Estefanía, las dos en El Pais. Pocas cosas puedo añadir de más al recuerdo de una persona que ha sido para mí un referente intelectual en las vertientes profesional y política.

He recomendado muchas veces sus libros. No hace mucho, hablaba con mis compañeros del último de ellos: “La economía del fraude inocente”. Ed Crítica. B-2005 .

“...una especie de 'testamento intelectual' en el que nos lega una crítica radical de la economía, la política y la moralidad pública de nuestro tiempo. Dice el profesor Galbraith que la distancia entre la realidad y la 'sabiduría convencional' nunca había sido tan grande como hoy en día porque el engaño y la falsedad se han hecho endémicos.”

No puedo dejar hoy, en su memoria, de volver a recomendar “La cultura de la satisfacción” y “Breve historia de la euforia financiera”, ambos en Ed. Ariel que fue publicando casi toda su obra.

Mataró, 1 de mayo.