24 julio, 2007

10 julio, 2007

Final de curso.*

*(artículo para Capgros.com)

El debate de política general sobre el estado de la Nación ha prolongado una semana más el periodo de sesiones en el Congreso y ha cerrado el curso político. Ahora, con remodelación de Gobierno incluida, a coger fuerzas para rematar la legislatura.

Quedan pocos meses. Al retorno, en septiembre, discusión de Presupuestos y cerrar las Leyes que hay en marcha. Cuando nos vayamos a casa para Navidad sabremos que ya se habrá acabado la legislatura, puesto que para enero habrá que convocar elecciones. Para los legisladores, pues, menos de cuatro meses de trabajo. Para el ejecutivo agotar el actual mandato hasta la primavera que viene.

El curso ha sido especialmente intenso en acontecimientos y trabajos: Elecciones en Cataluña, elecciones locales, ruptura de la tregua de ETA, final del juicio del 11-M. Se han ido aclarando, en un sentido o en otro, temas pendientes. Ahora sólo queda por ver cual es el resultado de las políticas llevadas a cabo por las fuerzas políticas en este mandato. Y esto sólo lo sabremos con el veredicto de las próximas elecciones generales. Por lo tanto, compás de espera. Prácticamente como un parto.

Pese al ruido que nos ha acompañado hay que remarcar la imparable marcha de la economía, con unas cifras que realmente causan admiración: crecimiento, ocupación, inicio –tímido todavía- de cambio de modelo,... Parece que todavía no nos creemos lo que realmente somos y hemos logrado en este campo. Esto no se desmonta fácilmente, aunque en economía hoy las certezas se han de coger con pinzas.

La producción legislativa ha sido notable, especialmente en el campo de la extensión de los derechos. Ahora toca su desarrollo. No es suficiente colocar en el BOE las normativas precisas. Después hay que implementarlas. Ahora hay una cierta alarma en la aplicación de la Ley de la Dependencia que se deberá hacer con las CCAA y las CCLL. No es de aplicación automática. La cultura del “cajero automático” que tenemos nos hace pensar que todo es pan comido. Sacamos la tarjeta en cualquier lugar y ya satisfacemos nuestras necesidades, aunque después las paguemos a plazos y con los recargos correspondientes. No, los servicios públicos son mucho más complicados. Necesitan los procedimientos, el personal, las instalaciones precisas. Y esto no se hace de la noche a la mañana. Hace falta un cierto tiempo.

La cuestión está en el mundo y la cultura en las que estamos instalados, el de la inmediatez, el de la amortización rápida, el usar y tirar. Y cuesta valorar los nuevos hitos que se logran. Y se remuga por cualquier retraso o inconveniente. La colectividad debe valorar más lo que cuesta conseguir cada adelanto, y hay que explicarlo. Sino, después, la política es minusvalorada, cuanto hay elementos sino para lanzar cohetes, si al menos para estar algo, o un poco, satisfechos.

O al menos así me lo parece. ¡Anda! ¡Feliz verano!

Mataró, 9 de julio.