04 febrero, 2008

La inflación. Nuevos equilibrios.*

*(artículo para Capgros.com)

Hablamos mucho de economía. Después de años magníficos en el comportamiento de los datos que indican la marcha de la economía las cosas comienzan a variar. Parece que la cucaracha del 8 de agosto del año pasado era premonitoria de que había otras. El IPC sube con fuerza, las bolsas bajan, incluso caen, el crecimiento se debilita, sectores como la construcción, y todo el que va asociado a ella, sufren de lo lindo, el consumo se resiente y la confianza baja.

Detengámonos hoy en
la inflación. La evolución de la tasa de variación del precios vendía mostrando un comportamiento estable, tirando a bajista, desde hacía fuerzas meses hasta llegar a octubre pasado en que empezó subir abruptamente: 2,6 % en noviembre del 2006, 2,2 % en agosto del 2007, 2,6 % otra vez el mes siguiente, septiembre, por encaramarse en tres meses al 3,6 %, 4,1% y 4,2 % para cerrar el año 2007.


(Fuente: INE)

Este repentino comportamiento no es exclusivo de la economía española. Manteniendo el diferencial más o menos estable (en torno al 1,-%, 1,2% ) con la economía europea indicaba que algo está pasando en la economía mundial. La explicación está en el crecimiento de los precios del petróleo (a la raya de los 100 $ por barril) y de los cereales y de otras materias primas. El diferencial estructural de nuestra economía es un dato parece de difícil corrección pero que aún resolviéndolo no nos salva de lo que pasa por todas partes.

En las primeras lecciones del más sencillo manual de economía se estudia la formación de los precios a partir del punto de cruce de las curvas de la oferta y la demanda y como su evolución van determinando nuevos puntos de encuentro, de nuevos equilibrios, a partir de las características de ambas curvas.

No se puede esconder que la evolución de la economía mundial en los últimos años tiene un impacto sobre los mercados de determinados productos que comporta la búsqueda de nuevos equilibrios. Así el acceso de millones de consumidores de los países que emergen con mucha fuerza y que son muy grandes (los BRICS) sobre la demanda de energía, alimentos o materias
primas lleva a nuevos equilibrios y reasignaciones. Cuando Tata anuncia la fabricación de un coche barato para los millones de potenciales compradores de la India está anunciando tensiones en el mercado del petróleo (aunque el coche se diga que consumirá poco) puesto que será mayor la demanda de gasolina en un mercado que parece bastante apremiado por el lado de la oferta. No, no hay que preocuparse demasiado directamente por nuestra industria automovilística. No sustituiremos nuestros confortables vehículos y volveremos al 600 (que en el fondo es lo que es el Nano). Lo que si que debe preocuparnos es si habrá gasolina para todos en el mundo, y la que haya, a qué precio estará. Se establecerán nuevos puntos de equilibrio, nuevos precios, en el mercado. Con una demanda más alta los precios subirán y como que habrá, parece, dificultades por aumentar la oferta permanecerán altos puesto que no habrán posterior correcciones. Podríamos explicar hechos parecido en el campo de las materias primas, y veremos como reaccionará y en qué tiempo la oferta de alimentos.

Por lo tanto, los incrementos de precios derivados de estos hechos no se pueden corregir por la vía de la indexación de los ingresos de forma que éstos aumenten de forma parecida puesto que entraríamos en una espiral inflacionaria que no tendría final. La única solución es la readaptació de la demanda a las nuevas condiciones del mercado, es decir reducirla. Y aquí está la piedra de toque de nuestros comportamientos. ¿Seremos capaces de hacerlo?

Hay posibilidades técnicas por mejorar la eficiencia en la satisfacción de nuestras necesidades. Hemos logrado niveles de riqueza suficientes para no prever privaciones relevantes. Entonces, ¿dónde estará el problema? Seguramente en la mejora de la redistribución de los recursos entre los componentes de la sociedad de forma que no haya excluidos, o grupos de gente que vayan quedando marginados de necesidades básicas, haciendo políticas discriminatorias tanto de rentas como de gasto público.
Políticas socialdemócratas y no políticas liberales.

Este es, a mi modo de ver, el principal reto que tenemos por delante las ricas sociedades occidentales en el próximos años.

Mataró, 16 de enero.

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