05 junio, 2008

¿Qué se puede hacer?*

*(artículo para Capgros.com)

Es innegable el “destrempament” de la marcha de la economía española. El gráfico de la
nota del INE sobre la última evolución del indicador de variación del PIB es suficientemente expresivo.

Hace justo cinco meses
escribía, comentando el cambio de tendencia que ya se estaba produciendo, que me apuntaba a un aterrizaje suave de la economía. Posiblemente, visto hoy en perspectiva, fue un buen deseo navideño, pese a que había indicadores para la confianza. Ahora, conocidos los resultados del último trimestre del ’07 y del primero del ’08 se ve que la caída es muy brusca.

Que ha reventado la burbuja inmobiliaria es bien conocido, pero seguramente no hubiera estallado con tanta fuerza de no ser la concomitancia con la crisis financiera que nos ha venido de fuera dadas las conexiones de la economía internacional. Probablemente, de no haber sido esta circunstancia, el descenso económico hubiera sido más gradual derivado únicamente del sector inmobiliario, que se hubiera ido adecuando a su propio mercado, evidentemente hinchado, pero la carencia de liquidez que tiene el sistema financiero no ha permitido la renovación del circulante necesario no sólo para este sino para todos los sectores de la economía.

Ahora bien, cuando se comenta esta situación, que tiene todos los indicios de continuar bajando, ya sea en los ámbitos políticos, mediáticos o sencillamente ciudadanos en torno de un café, y se piden, o proponen, actuaciones, casi nadie hace referencia a las causas de la misma. Y el tema es crucial para entrever las escasas posibilidades que hay de tomar medidas para cambiarla.

En el ámbito político esto no viene de ahora. Recuerdo que cerré la tele con enojo a los primeros minutos del segundo debate que hicieron Zapatero y Rajoy en la recientemente pasada campaña electoral. Dedicaron la primera pregunta a la inflación, y ninguno de ellos, al margen de los reproches de campaña, hizo ninguna referencia al precio del petróleo y a la economía internacional. Pensé que desaprovechaban una oportunidad de oro para explicar a la ciudadanía la raíz del problema y sus propuestas, si las tenían, para afrontarlo. Esta semana, en la sesión de control al Gobierno, a una pregunta de un diputado, el ministro Corbacho tuvo que levantar la voz en su réplica lamentando el escaso rigor con qué se la hacían.

Los debates son estériles si las propuestas no dejan claro que el margen de maniobra es muy estrecho. Hace falta reiterar que ya no tenemos política monetaria ni cambiaria. El Banco Central Europeo mantiene su obsesión por la situación inflacionaria que nos afecta a la vez, con el precio del petróleo subiendo sin cesar. El tipo de cambio del euro respeto al dólar no favorece precisamente la expansión hacia nuevos mercados y la atonía general de la demanda interna (europea) tampoco ayuda.

Queda el recurso a la política fiscal y presupuestaria. Estimular la demanda rebajando la presión fiscal ya se ha hecho en la medida que es posible, los famosos 400 euros (los EE.UU. han hecho una cosa parecida). Tenemos margen suficientemente en el bajo nivel de endeudamiento para no sufrir por el superávit si no lo hubiera, incluso si hace falta hacer déficit. No podemos estimular el sector de la construcción que necesita un fuerte adelgazamiento, tanto de precios como de actividad puesto que esta es insostenible.

¿Entonces? Hay que girar la vista hacia Europa y hacia el mundo. En este sentido tiene especial relevancia el manifiesto que lanzaron hace una semana antiguos responsables de la Comisión Europea y antiguos Primeros Ministros y Ministros de Finanzas de estados europeos: Delors, Santer, Schmidt, d’Alema, Jospin, Lipponen, Persson, Rasmussen, Rocard, Daianu, Nuder, Quinn, Lambsdorff: “
Las finanzas locas no nos deben gobernar” con el expresivo subtítulo de “Es urgente constituir un comité de crisis europeo para aportar respuestas sólidas a la crisis actual de las finanzas”.

Mataró, 29 de mayo.