06 octubre, 2008

La crisis.

Reiteradamente se dice que hemos negado la crisis. Esta afirmación se ha convertido ya en un lugar común. Ciertamente, ahora los análisis hechos en otros momentos temporales pueden parecerlo. Había un punto en el esfuerzo por mantener la confianza y había datos para ello. Algunos, pero, dirán que sólo era por cálculos políticos y electorales. Pero sinceramente, creo que a todos, incluso a los más pesimistas y agoreros, nos ha desbordado la situación.

La serie de los datos era buena. Teníamos presente el efecto “mariposa” pero no pensábamos que nos afectara tan fuerte. La caída ha sido muy súbita. “Gatillazo”. Pasa en todos nuestros países vecinos. Falta por ver qué pasará con las economías de los emergentes cuyo peso en el P.I.B. mundial es creciente.

Toda crisis comporta oportunidades. Seguramente tendremos que adaptar, o incluso cambiar si esta situación perdura y se ahonda, nuestros hábitos de producción, de consumo, de vida. Reflexionemos un poco sobre ello.

¿La “alegría” sólo se ha de manifestar en tener más y más? ¿La estética de nuestro paisaje y de nuestro paisanaje ha de ser sólo la de la hiperactividad? Elevada movilidad: automóviles, trenes, barcos, aviones. Un todas partes nuevos bloques de viviendas y espacios residenciales, naves y polígonos industriales, hostelería y restauración, ocio, tiendas y equipamientos comerciales. Esta hiperactividad, que se ve, ha cambiado en mucho nuestro paisaje no siempre para mejor.

Pero la “alegría” –para las colectividades ricas como las nuestras- no ha de ser sólo material, sino también cultural y estética. Y éstas alegrías cuestan menos en términos monetarios y de recursos económicos, es decir colectivos. Son más de producción personal e individual.

¿Podemos construir nuestro futuro sin crecimiento? ¿Nos podemos atrever a ello? ¿Lo sabríamos hacer? Todo lo hemos supeditado al crecimiento sin darnos cuenta que el crecimiento no se ha hecho a partir de mantener intacto lo que ya teníamos sumando a él nuevos bienes y servicios. Ha habido, hemos hecho, cambios respecto al pasado. Muchos. El progreso se ha producido en todos los campos de la vida: vivienda, vestido, comida, comunicaciones,… en todas nuestras necesidades. La satisfacción de las mismas y la forma de hacerlo ha cambiado mucho. Son las consecuencias del progreso. De Zara a Ikea, del móvil al e-mail, del crucero al low cost.

Podemos continuar progresando sin crecimiento. Los últimos ejemplos lo prueban. Claro, habrá redistribuciones y resituaciones que comportarán tensiones concretas en personas y grupos. Algunos serán perdedores y otros tendrán ganancias. Esto continuará siendo dinámico, como la vida. Sólo el reino mineral es estático. A corto plazo.

Mataró, 4 de octubre.