07 enero, 2014

Delirio.


Delirio: “Acción y efecto de delirar. Desorden o perturbación de la razón. Despropósito, disparate.” (del Diccionario Casares)
 
Evidentemente, los nacionalistas están en una situación delirante, que en lugar de aplacarse va en aumento. Se han creído tanto, o se tienen que creer, sus propuestas, la virtualidad de la posibilidad de sus propuestas, que corren desbocados hacia no se sabe dónde, probablemente hacia el batacazo. Después de la pregunta (preguntas) y la fecha, ahora la ofensiva internacional. Un peldaño más hacia el final de camino de despeñarse.

Ya se ha dicho muchas veces, no se trata de discutir los motivos del proceso. Cómo en todo ejercicio democrático hay razones, o se pueden ver razones, aceptables o rechazables. No se trata tampoco de divisar las previsibles consecuencias del proceso. También aquí, los partidarios y adversarios del mismo pueden decir una cosa y la contraria, es a discutir. Se trata del mismo proceso, de cómo se articula, más allá de la voluntad de hacerlo, para que pueda ser realidad. En este punto parece que la realidad se concretará por la sola fuerza de la voluntad, de la voluntad de hacerla. Un poco ilusorio, ¿verdad? Todo proceso revolucionario, y cambiar la pertenencia a una comunidad es un proceso revolucionario, de cambio, comporta algunas maneras de hacerlo. A la Gandhi, con la violencia pasiva, o a la FNL argelino, con la violencia activa. Con todas las gradaciones que se quieran entre una y otra, pero con acciones de violencia para romper lo que por la sola voluntad no se puede romper.
 
Al final de este año 2014, pienso que sólo habrá lugar, si algunos se lo plantean, para los “cuernos de cabra”. No sé si la ciudadanía está preparada para asumirlo, o si ante esta posibilidad la espuma se desvanecerá rápidamente en medio de una gran sensación de frustración y de fracaso. Durante este año se llevará al Congreso de los Diputados, a las Cortes españolas, una demanda de competencias que con toda seguridad será desestimada. No puede ser de otra manera. No hay a la vista ninguna previsión de una inmolación de los representantes de la colectividad española. Claro, los nacionalistas nunca quieren tener presente que frente a sus razones están las de los otros. Oh, ¡pero las nuestras son las verdaderas! En el otro bando dicen lo mismo. El que tiene más poder, gana. Siempre ha sido así.

¿Los nacionalistas de aquí tienen mucho poder? De momento van pagando las nóminas de final de mes con los créditos que les hacen los nacionalistas de allá. ¿No veis que esto es un delirio?
 
7 de enero.