02 junio, 2014

La hora de los radicales. ¿El fin de la Transición?


Hace veinte años, el continuado goteo de noticias que salpicaban el sistema político era un suplicio. Hay que recordarlo: Desde el jefe de la Guardia Civil al Gobernador del Banco de España salían en los diarios como malhechores, lo eran. La pinza política, el sindicato del crimen periodístico, la crisis económica post- olímpica, el Gobierno del momento desgastado al máximo. Bien, aquello pasó, hubo cambios, la economía se enderezó, nos rehicimos y vivimos una etapa de cierta tranquilidad.
Ahora, parece que volvemos a aquellos tiempos. Volvemos a estar instalados en un Cafarnaúm. Parece. Rápidamente hay gente que sale en tromba a certificar el final de la Transición, a pedir a gritos su superación y la construcción -de verdad, dicen- de una auténtica democracia. Quizás sí que tienen razón, desde sus posiciones, evidente. Pero, ¿sus posiciones son las que quiere la mayoría de la población, y además, son las más convenientes para la mayoría de la población?
La transición fue un pacto entre lo que se moría solo y lo que nacía sin fuerza. La Dictadura se iba por decrepitud pero no por el empuje de la democracia. Había que encontrar una salida para ambas, para los que se iban y para los que venían. Hubo un pacto: la Constitución del 78. ¿Está superado aquel pacto? Para los que no estaban, o no participaron o perdieron, tanto de un lado como del otro, sí. Según ellos, los hechos lo demuestran. ¿Más ahora que hace veinte años? Es lógico que los que no se sienten suyo aquel pacto lo denuncien y exijan una nueva salida. Ahora bien, ¿tienen la fuerza suficiente para imponerse sin levantar reacciones en contra?
Es inaudito que crecidos por los recientes resultados electorales hayan quienes clamen y proclamen la inminencia del cambio. ¿El 8% del 45% del cuerpo electoral, es una gran fuerza? Llamativa quizás sí, por sorpresiva, ¿real? Hombre, desde el punto de vista leninista... Pero las revoluciones como se hacían en el siglo XX no sé si son demasiado factibles en las sociedades opulentas, sí, opulentas a pesar de las evidentes desigualdades, de hoy en día a nuestro entorno. Los Mesías y los profetas siempre tienen parte de razón a pesar de que sus visiones seas apocalípticas. Pueden anunciar cambios, pueden ser seguidos por grupos incluso numerosos, generan muchos fuegos de paja que a veces dejan rescoldos pero a veces sólo son humo. A veces, pero, también levantan incendios pavorosos.

Atención, no nos alarmemos más de la cuenta.


2 de junio. El día de la abdicación del Rey Juan Carlos.