Generalmente
el volumen de la deuda pública de un país se expresa en forma de porcentaje
sobre el volumen del Producto Interior Bruto (P.I.B.). De este modo se quiere
significar cuál es la importancia de la deuda en relación a la magnitud de la
economía total, lo que se produce en un año en un determinado país. Puede ser
una deuda pequeña en volumen, pero en relación con una economía pequeña puede
ser muy importante, o puede ser una deuda muy grande en relación a una economía
voluminosa y no ser tan significativa. Grecia y Alemania, por ejemplo. La deuda
griega es de casi el 175% de su producto y sube algo más de 300.000 millones de
euros y la alemana sólo es algo más del 75% del P.I.B., pero sube más de 2,15
billones de euros.
Según los datos que
facilita Eurostat (todos los datos
de ahora en adelante están sacados de esta fuente) a finales del 2013, supongo
que pronto ya incorporarán las del 2014, los países de la U.E. que tenían un
endeudamiento público de más del 75% del P.I.B. eran los siguientes, ordenados
por importancia de esta relación:
Claro que esto
no nos indica cuál es el volumen de deuda de cada uno de ellos. Generalmente
esto no se pone de manifiesto puesto que siempre se quiere indicar su capacidad
de pago que pretende estar expresada en la relación con el P.I.B. que he
expuesto antes. Pero vale la pena tenerlo presente, al menos para saber las
magnitudes. Por orden de su volumen es el siguiente, también de los mismos
anteriores países que tienen un porcentaje significativo de deuda sobre el
P.I.B.:
Lógicamente los
países con un gran peso económico y con mucha población son los que están por
delante.
En relación a esto
último, la población, la división de la deuda total entre la población nos da
el que le tocaría a cada ciudadano/a de cada uno de este países,
independientemente de que sean más o menos ricos. El orden per cápita es el
siguiente:
Los cuadro y las
gráficas anteriores nos dan la situación actual (la última conocida del 2013).
Pero, ¿Cuál ha sido la evolución de esta magnitud para llegar hasta aquí? Los
datos presentados por Eurostat arrancan de 1995 y están en
términos corrientes, es decir en euros de cada año, sin tener presente la
corrección de la variación de los precios. Si cogemos sólo los cinco
principales países en volumen de la deuda desde 1995 y tomamos por referencia
(índice=100) el volumen que tenía Alemania en 1995, la evolución viene en el
cuadro y la gráfica siguientes:
Tomar como
punto de referencia Alemania en 95 no va mal puesto que aquel país entonces estaba
haciendo el esfuerzo de digerir la incorporación de la Alemania del Este (la RDA) con
todo lo que representó desde el punto de vista de las ayudas públicas y del
déficit que creó. Bien, en aquel momento, 1995, el volumen de la deuda italiana
ya era de 99,5% de la alemana, la francesa del 64,3%, la del Reino Unido del 41,5%
y la española del 27,7%. Pasados casi 20 años, ¿cómo ha evolucionado aquella
magnitud? Bueno, ahora el volumen de la deuda alemana se ha multiplicado por
dos, la italiana prácticamente también, la francesa casi por tres (2,8), la del Reino
Unido por cuatro y la española por algo más de tres veces (3,2).
Lo que sí hay de destacar es que en este
periodo -donde hubo buenos momentos para la economía y de peores, los
recientes- prácticamente
nunca el volumen total de la deuda de estos cinco países ha disminuido,
excepto en el Reino Unido en 2007. ¿Qué ha pasado pues para que esto haya
sucedido de esta manera? Pues que nunca las economías públicas de estos países
han producido superávits que se destinaran a enjugar la deuda y por lo tanto,
en los años deficitarios ésta iba subiendo. El mercado de la deuda pública así
ha devenido un mercado de refinanciación de la deuda existente contraviniendo
la teoría keynesiana de contrarrestar el ciclo económico.
Ahora que se
habla de devolver la deuda podemos preguntarnos: ¿Se puede pagar nunca este
volumen de deuda, ya sea por los alemanes o por los griegos? Me parece que
realmente no. ¿Esto quiere decir que se convertirá en una deuda perpetua
escondida en continuadas y sucesivas refinanciaciones? Seguramente. Entonces, ¿dónde está el problema si no se
pagará nunca por nadie? Primero, en la capacidad y voluntad de los
mercados prestamistas de continuar este juego. Pueden no querer seguirlo, por
ejemplo pidiendo el cumplimiento de los vencimientos establecidos, pero con
riesgo de que los deudores no cumplan, porque no pueden cumplir. En este caso,
quizás es más sensato ir manteniendo la pelota como si no pasara nada y
convertir la deuda en perpetua de facto. El segundo problema está en el coste
de esta deuda, el interés exigido por el préstamo, en el que cada país puede
tener su correspondiente prima de riesgo. No parece que hoy tenga que ser un
especial problema para los países de la U.E. si ésta se va dotando de
mecanismos comunitarios conjuntos. Y llegamos al tercer problema, que es el
real: ¿Pueden los países ir incrementando indefinidamente este volumen impagable a base de
pedir continuadamente más recursos ya que que sus finanzas están
permanentemente desequilibradas por el lado de los gastos? ¿Hasta cuándo, aun
en coyunturas desfavorables (de bajo o nulo crecimiento) como las actuales,
podemos mantenerse los déficits públicos? ¿Hasta cuando se mantendrá la cabeza escondida
como el avestruz ante el peligro sin afrontar el problema real?
Este es el
problema de los griegos hoy y de todos, todos, los países europeos también. A
guisa de ejemplo, la corrección en 2011 del artículo 135 de la Constitución
española sólo fue un “apaño” para continuar el juego, o atrasarlo hasta el
2020, sabiendo que vete a saber qué pasará entonces, y mientras se había ganado
el mantenimiento de la confianza para continuar la pelota una temporada más.
Los griegos, el
nuevo gobierno griego, han abierto el debate negándose a continuar el mecanismo establecido hasta ahora de hacer la corrección hacia la estabilidad presupuestaría
tal como se ha venido preconizando desde las instituciones financieras
internacionales. ¿Se saldrán con la suya? ¿Serán capaces todos juntos de
encontrar una salida diferente a la que hasta ahora se ha determinados como
única? El problema no es
la deuda existente, que nunca pagará nadie. El problema es el déficit que habrá
que gestionar de otra manera de cómo se ha venido haciendo hasta hoy, y
no vale mirar sólo por el lado de los gastos, que también, sino sobre todo por
el de los ingresos, pero no de los ingresos de los que ya están pagando, sino
de los que no quieren pagar. ¿Serán las clases adineradas conscientes de que
tienen que contribuir al mantenimiento de la colectividad, o tanto les da el
estallido social (y económico) que se divisa?
16 de febrero.
16 de febrero.