Tanto se tensa la cuerda que al final se rompe. Acabo de leer un artículo de Joaquín Leguina en “El Siglo” sobre el Estatuto. La base de su reflexión es la misma que la del discurso de Ortega y Gasset al debate del Estatuto del año 32 en Las Cortes de Madrid.
España es, con su diversidad, pero es. El mismo discurso afirmativo de Cataluña es, con su especificidad, pero es. Los unos no entienden y no aceptan que los otros no quieran estar. Los otros no entienden y tampoco aceptan porque los unos no los dejan irse. Y esto no tiene solución. Como escribí hace un tiempo la solución de este lío sólo es posible con la aceptación de la realidad, o la revuelta. Aceptar pacífica y voluntariamente la realidad: o estar en ella (los “catalanes”) con unos, o dejar de ser por los otros (los “españoles”), no es verosímil. Vaya, ¿Piensa alguien que es posible? La revuelta, más inverosímil todavía. No hay ni alocados por hacerla.
Pujol bien que lo sabía esto. Durante 23 años fue “trampeando” la situación. Era un maestro en ello. Hacia adentro, ardor nacionalista. Hacia afuera, pacto y convivencia. Mascullando y transigiendo. Alborotando y pactando. La queja y el acuerdo, con quien fuera, además.
Lo que pasó después fue que una nueva generación, que lo creyó, quiso poner en práctica los “principios sagrados”, y otros dejaron de confiar en los resultados. A los primeros no los pudo controlar como había hecho tantas veces (Barrera, Hortalà, Colom….) Y los segundos, sus herederos, para no quedar atrás han ido también por un camino que no veo que pueda tener fácil retorno (eh!, al menos sin costes políticos para ellos)
En medio, los viejos y complicados equilibrios del socialismo catalán están saltando por los aires. Nunca consiguieron convencer a una base electoral suficiente por poder gobernar tranquilamente con su – también- calculada ambigüedad en este tema. Somos, pero no somos. Estamos, pero somos diferentes. Son de nuestros, pero somos nuestros.
Y ahora, tensando la cuerda ésta está a punto de romperse sino se ha roto ya. ¿Y luego, qué? ¿Quién es el sensato que dice que hace falta volver a coger la cuerda y tensarla, pero sólo hasta un punto? O quizás, pongámonos a uno u otro cabo de la cuerda y volvamos a estirarla mucho hasta volver a romperla y caer de espaldas. ¡¡A ver qué pasa!! ¿A la basca?
Me gustaría encontrarme entre los sensatos. No sé si lo soy suficiente, y... si somos muchos.
Madrid, 19 d’octubre.
España es, con su diversidad, pero es. El mismo discurso afirmativo de Cataluña es, con su especificidad, pero es. Los unos no entienden y no aceptan que los otros no quieran estar. Los otros no entienden y tampoco aceptan porque los unos no los dejan irse. Y esto no tiene solución. Como escribí hace un tiempo la solución de este lío sólo es posible con la aceptación de la realidad, o la revuelta. Aceptar pacífica y voluntariamente la realidad: o estar en ella (los “catalanes”) con unos, o dejar de ser por los otros (los “españoles”), no es verosímil. Vaya, ¿Piensa alguien que es posible? La revuelta, más inverosímil todavía. No hay ni alocados por hacerla.
Pujol bien que lo sabía esto. Durante 23 años fue “trampeando” la situación. Era un maestro en ello. Hacia adentro, ardor nacionalista. Hacia afuera, pacto y convivencia. Mascullando y transigiendo. Alborotando y pactando. La queja y el acuerdo, con quien fuera, además.
Lo que pasó después fue que una nueva generación, que lo creyó, quiso poner en práctica los “principios sagrados”, y otros dejaron de confiar en los resultados. A los primeros no los pudo controlar como había hecho tantas veces (Barrera, Hortalà, Colom….) Y los segundos, sus herederos, para no quedar atrás han ido también por un camino que no veo que pueda tener fácil retorno (eh!, al menos sin costes políticos para ellos)
En medio, los viejos y complicados equilibrios del socialismo catalán están saltando por los aires. Nunca consiguieron convencer a una base electoral suficiente por poder gobernar tranquilamente con su – también- calculada ambigüedad en este tema. Somos, pero no somos. Estamos, pero somos diferentes. Son de nuestros, pero somos nuestros.
Y ahora, tensando la cuerda ésta está a punto de romperse sino se ha roto ya. ¿Y luego, qué? ¿Quién es el sensato que dice que hace falta volver a coger la cuerda y tensarla, pero sólo hasta un punto? O quizás, pongámonos a uno u otro cabo de la cuerda y volvamos a estirarla mucho hasta volver a romperla y caer de espaldas. ¡¡A ver qué pasa!! ¿A la basca?
Me gustaría encontrarme entre los sensatos. No sé si lo soy suficiente, y... si somos muchos.
Madrid, 19 d’octubre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario