27 agosto, 2013

No nos engañemos.


No fue la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto del 2005 la que abrió la caja de Pandora, o quizás mejor la caja de los truenos, y soltó el genio del independentismo. Esto es el que nos quieren hacer creer: la sociedad catalana harta de desprecios dice: ¡Basta!, ¡nos vamos!
Esto viene de antes. De cuando la burguesía catalana, arrastrando algunos monaguillos, convoca en el IESE la reivindicacióndel aeropuerto del Prat. ¿Recuerdan? Estaban todos en la escuela de “manganement” más reconocida internacionalmente. Las empresas de aquí, los empresarios, querían también sacar tajada, mojar más, del crecimiento económico, entonces en su punto álgido y poco tiempo después fundido. Recuerden también las reivindicaciones del Fomento del Trabajo, Manolo Melián se ha hartado de explicarlo. El trato que recibíamos era intolerable. Nos estaban escatimando los recursos en las infraestructuras que el Capital, sí no lo escondamos, el Capital, necesitaba o quería para no quedar mal posicionado frente sus posibles competidores. ¡¡Era una lucha entre ellos!! Y, como otras veces, siempre hay carne de cañón dispuesta a sacrificarse en esta lucha. Lucha por el “país”. Ahora, con el genio fuera de la lámpara no sé si no se arrepienten de ello.
Lo que ha hecho mella no son los elementos simbólicos, importantes algunos, pero no sé si tan mayoritarios. Lo que ha hecho mella son los elementos pecuniarios y más en momentos de crisis. “España nos roba” y si tuviéramos todo el que nos cogen y lo administráramos nosotros viviríamos sin ningún tipo de estrechez.
La relación coste/beneficio de la operación: ¿Para quién serán los costes de una hipotética separación y para quien los beneficios? Hay quienes ya se frotan las manos, mientras otros ya empiezan a pensar en llevarse las manos a la cabeza.
La historia, en estos tipos de conflictos, nos da lecciones. ¡Qué páginas más antiguas y más cutres estamos pretendiendo escribir!

16 de agosto.

05 agosto, 2013

Carta para Quim.


Te veo todavía en el candelero. Hace mucho que estás en él y parece que no tienes ganas de bajarte. Ahora, que después de muchos años –más de media vida- no tienes cargo público, leo que te has apuntado a presidir una mesa para el derecho a decidir en tu ciudad.
Ya debes intuir, yo nunca he sido nacionalista, lo sabes, mi incomodidad con las perspectivas políticas que tenemos aquí y mi perplejidad ante actitudes sobre este tema de gente como tú. Supongo que tú debes pensar: “... y viceversa”. Pero, déjame decirte en confianza:
¿Qué es este “derecho a decidir”? ¿No estamos en una sociedad democrática en que hay libertad? ¿No es posible, hoy en día, manifestarse abiertamente a favor de cualquier “ismo” por extravagante que sea? Por lo tanto, si hay gente que libremente quieren manifestarse por la separación del pedazo nordeste de la Piel de toro para hacerse una bolsa propia, ¿qué impedimento hay?
-“Mira, Manel, el problema es saber cuántos son los que piensan así, dándoles la palabra”
-“Pero, Quim, esto tiene fácil solución, sin necesidad de recurrir a procedimientos complicados. Para eso están las opciones políticas que pueden explicitarlo en las múltiples oportunidades que hay para hacerlo. Por cierto, bien pronto, el año que viene, habrá una.”
-“Bien, es que se trata, además, de mostrar el grueso incontestable de esta fuerza”
-“¿No ha sido ya bastante explicitada en el Parlamento de Cataluña?”
Mira, Quim, no nos engañemos. Los que quieren el derecho a decidir quieren decidir separarse. Es evidente, a los otros no les hace ninguna falta. Esta aspiración es tan legítima en una democracia como la contraria o cualquiera. Entonces, el problema es otro. Decididos a proponer mayoritariamente lo que quieren (sin necesidad de ejercitar ningún “derecho” especial, sólo los democráticos), hay que explicar qué se tiene que hacer para conseguirlo, cómo se logra el deseo (supongo sin esconder la posibilidad –o necesidad- de la vía insurreccional, ¿verdad? Sí, el Kalachnicov que tenemos colgado detrás la puerta de casa).
Pero, mira Quim, lo que me preocupa más no es tanto decidir qué se quiere hacer (seguramente separarse) y cómo se puede hacer esto que se quiere hacer (de una forma dialogada. Cuidado, pero, que para dialogar tienen que ser dos los que lo quieran), sino qué se pretende hacer después ya en la hipótesis de una nueva situación. Ya sabes que no me creo aquello de que entonces se atarán los perros con longanizas y por lo tanto se podrá hacer feliz a todo el mundo. Hará falta, como siempre, elegir las prioridades a las que enfrentase. ¿Crees sinceramente que todo el mundo que quiere decidir, e irse, tiene las mismas prioridades?
Escucha, con muchos de éstos yo no iría ni a la esquina más cercana por múltiples y razonables razones (y creo que tú tampoco). Entonces, ¿Por qué seguirles el juego? ¿Por qué no dejamos que todo el mundo enseñe abiertamente sus cartas, todas sus cartas?
Nada, Quim, yo ya sólo soy un observador. Ya hace tiempo que no estoy en el candelero y tampoco tengo ganas de volver a él, sólo te quiero transmitir mis ingenuas reflexiones de antiguo colega, compañero, y quizás amigo.
Que tengas un buen verano. El acierto y la suerte, para todos.
                                                                                                            
5 de agosto.
 

01 agosto, 2013

Impunidad.


La foto, quién lo acompaña también, es expresiva. “Esto es así, ¿Qué queréis?”
 
(foto El País)

Contra ataca con una formalidad: Hacedme una censura. Obvio, pero inviable, como es bien sabido. Por lo tanto,... impotencia e impunidad.
Su fuerza, o lo que le aguanta, es un formulismo. Si las instituciones democráticas se han de aguantar sólo con formulismos mal vamos, puesto que estos pueden vaciarlas de contenido, la historia nos lo ha enseñado muchas veces.
El otro dice que fue engañado, que se confió en quien no debía. ¡Hombre, después de todo lo que estamos viendo, no joda! Todos sabemos cómo van estas cosas. Le aplauden los suyos hasta con las orejas. Normal, son los que se han beneficiado de todo esto. Si no, ¿de qué estarían ellos y ellas dónde están? Tiene que haber alguien que haciendo el trabajo sucio facilite la marcha de las cosas, y esto tiene sus compensaciones, implícitas o explícitas.
 
 
(el gran Forges en El País)
 
 
También su fuerza viene de otro formulismo. Hace falta estabilidad y la mayoría absoluta que tiene el grupo la da. No se puede hacer nada. Por lo tanto,... impotencia e impunidad.

 
Las instituciones debilitadas, más debilitadas todavía. La credibilidad por los suelos, más abajo todavía. Será duro de soportar todo esto. Cerremos la puerta, hace calor. Vamos a tomar el fresco allá donde sea posible.


1 de agosto.