26 mayo, 2008

Arrancada lenta.*

*(artículo para Capgros.com)

La legislatura que acaba de empezar no arranca. Me lo dijo un diputado: “Esto no empezará hasta el septiembre, después de los congresos de los Partidos”. Tiene razón, estamos en una situación de impasse que a muchos nos hace estar impacientes por la escasa actividad. Los resultados electorales dibujaron un nuevo panorama para cuatro años que los partidos, especialmente aquellos que no han visto cumplidas sus expectativas, o aquellos que han tenido un revolcón, tienen que interpretar (correctamente, o no) para establecer su posición de ahora en adelante.

A comienzos del verano, PP, PSOE, PSC, ERC, CIU, IU harán sus procesos congresuales. El PNV tiene sobre la mesa qué hacer con el hoja de ruta anunciada hace tiempo por el lendakari Ibarretxe.

El Partido Popular se debate intentando romper la dinámica diabólica en que estaban metidos desde el marzo del 2004. Da la impresión que Rajoy quiere cambiar el rumbo, pero que esta intención es fuertemente contestada por los sectores más duros de la derecha española apoyada mediaticamente por la emisora de los obispos y por la prensa del “sindicato del crimen”. Cada día son noticia por la tormenta que están atravesando. Veremos si el Congreso en Valencia consigue consolidar algo. Algunos indicios en estos primeros días pueden hacer presumir cambios: la nueva dirección del grupo parlamentario, las primeras intervenciones de algunos de sus miembros, sobre todo la actitud esta semana con el tema del atentado que costó la vida a un guardia civil. Al Gobierno y al GPS les interesa saber el resultado, puesto que de él dependerá si hay posibilidades de concluir algunos acuerdos que serian necesarios para avanzar en algunas cuestiones importantes, o por el contrario volveremos a una legislatura a cara de perro sin poder cerrar ningún acuerdo.

De ser una u otra posibilidad la estrategia socialista también deberá ser una u otra. Por el momento, la imagen de la investidura del Presidente del Gobierno en segunda votación por mayoría simple era expresiva de la situación y de la voluntad de los socialistas de marcar el terreno y los tiempos. Ningún compromiso inmediato, abiertos y flexibles a las posibilidades que se puedan dar.

Pese a la victoria y al aumento en el número de escaños, el GPS no tiene la mayoría absoluta para tirar adelante solo sus pretensiones. Incluso podríamos decir que lo tiene peor que la legislatura pasada por la mayor dificultad en conseguir aliados estables. Las fuerzas que votaron la investidura del Presidente del Gobierno en el 2004 han sufrido un fuerte batacazo: ERC, IU, ICV han bajado su representación y están inmersos en debates que impiden, hoy por hoy, saber si se puede contar con ellos, pese a que me parece que tanto ellos como los socialistas no son demasiado partidarios de repetir experiencias pasadas, seguramente por motivos diferentes.

Por otra parte, los grupos de CIU y del PNV presentan también problemas en el establecimiento de sus estrategias: ¿más o menos “soberanismo”? Parece que es esto lo que están discutiendo. Si más, más dificultades en Madrid. Si menos, quizás más dificultades en Barcelona y Vitoria. Ya les gustaría probablemente a algunos sectores socialistas cerrar pactos estables con ellos, entre otras cosas por la imagen de seriedad que tienen, aunque con contrapartidas evidentes a la hora de pasar el “cepillo”. Pero a nadie se le escapa la dificultad que comporta la existencia de los “tripartitos”, diferentes, que hay en los Gobierno autonómicos de Cataluña y el País Vasco.

Los ministros empiezan, lentamente, a comparecer ante las Comisiones correspondientes, por cierto las Comisiones Mixtas Congreso-Senado ni se han constituido todavía puesto que se está discutiendo su composición dadas las diferencias de correlaciones a ambas cámaras. Las sesiones de control de los miércoles por la tarde vendrán marcadas por algunos asuntos de actualidad. No hay todavía actividad legislativa. La sequía y la financiación autonómica perfilan el panorama actual, y pese a su alcance y recorrido, son temas que es quemarán pronto, vaya que han de estar terminados antes de la “rentrée” del septiembre.

Mataró, 16 de mayo.

Mi compañera Arantza.

Cada año tengo que hablar de REE (Red eléctrica española), la empresa que gestiona la red de distribución en alta de la electricidad en España. Hablé de ella en el 2006 a raíz de las puntas de consumo en el verano. En el 2007 por el apagón de Barcelona. Ahora debo hacerlo por la incorporación a su consejo de administración como consejera dominical de mi compañera Arantza Mendizábal Gorostiaga.

Cuando me incorporé al cargo de Diputado en Cortes me asignaran el trabajo de portavoz del GPS en la Comisión de Industria. Éramos dos, Arantza que llevaba los temas de industria y energía y yo que llevaba los de turismo y comercio. Era aquella división tan “madrileña” de la industria para los vascos (y las vascas, como era el caso) y el comercio para los catalanes.

Arantza, electa por Vizcaya, tenía ya un largo recorrido parlamentario (esta hubiera sido su sexta legislatura), había sido incluso miembro de la dirección del GPS durante un mandato. Al inicio, por una enfermedad que sufrió me lo tuve que hacer a solas, pero cuando se recuperó asumió con autoridad sus temas. Fue una dicha tener a mi lado y trabajar com una persona con experiencia que, además, era colega con muchos más conocimientos, puesto que es Doctora en económicas y catedrática en la universidad del País Vasco y añoré el trabajo cuando me trasladaron a otras ocupaciones. Por edad y trayectoria política continuábamos compartiendo reflexiones, comentarios, desazones, ilusiones y vivencias.

Ahora volvía a ser la portavoz del GPS en temas de industria y energía y aunque no es incompatible ser consejera de una empresa con el cargo de Diputada ella renuncia al escaño por una cuestión de ética y estética que la honra. Esta empresa que cotiza en Bolsa, y es una de las 35 del IBEX, tiene una participación en su accionariado del Estado a través de la SEPI. Como se puede comprender su actividad es crucial para el funcionamiento no sólo de la economía sino del conjunto de nuestra vida cotidiana. Arantza aportará sus conocimientos académicos y políticos sobre el tema, su firmeza vasca y su recorrido vital, por lo que puedo decir en confianza que lo hará bien.

No por esto dejará la política puesto que continuará siendo miembro de la comisión ejecutiva del PSE ayudando a conseguir su ilusión, que también es la nuestra, de que Patxi López llegue a lehendakari del Gobierno de Euskadi.

Gracias, Arantza, por el trozo de camino que hemos recorrido juntos. Espero que tengamos oportunidades de reencontrarnos muchas veces (al menos para compartir unos “pintxos” a tu tierra). Permíteme que te deje una de mis “postales” y una de aquellas reflexiones de altri que cojo al vuelo. Un abrazo.
Sandro Botticelli

“Enseñar a vivir sin certidumbres y aun así no quedarse paralizado por las dudas es tal vez lo más importante que puede hacer aún la filosofia en esta época por aquellos que la estudian.”

Bertrand Russell.

Mataró, 24 de mayo.

25 mayo, 2008

Decepción. Montoro.

Primera comparecencia de la legislatura del Vicepresidente Solbes. Se trataba de explicar la situación económica y el recientemente ratificado Decreto-Ley de medidas económicas. Esto segundo ya no tenía sentido dado que se hizo el debate del mismo la semana pasada en el Pleno y por lo tanto era reiterativo. Si que tenía sentido una más larga exposición sobre la visión que tiene el Gobierno, y su responsable en este tema, de la situación económica.

Dos cosas nada desconocidas: El impacto de la crisis financiera internacional sobre la economía real que hay que seguir con atención, puesto que parece que es mayor y va más rápida de lo que se pensaba, y la inflexión al alza del precio del petróleo y de los alimentos. Nuestra apertura económica nos hace más vulnerables y hay que añadir la crisis del sector de la construcción residencial. Las consecuencias son las esperadas y previsibles, especialmente en materia de crecimiento del paro y de reducción del crecimiento.

Pero también hace falta volver a decir que estamos preparados para lo que nos viene, superávit y bajo endeudamiento públicos, a menos que haya un colapso mundial (si cae el cielo, todos estamos al debajo de él). Hay que continuar insistiendo en las políticas destinadas a buscar un patrón productivo de más valor añadido, de aquí la importancia de la I+D+i, y de la inversión en capital humano y en infraestructuras. Deberemos adaptar la Directiva europea de Servicios, y será muy importante puesto que este sector representa el 67% de nuestro PIB y tendremos que continuar mejorando la supervisión de la actividad financiera.

En resumen, no demasiadas cosas nuevas de las que se han venido haciendo y anunciando últimamente. Por si acaso el acento en que no se ayudará al sector de la construcción que debe volver por si mismo a la normalidad después de los tiempos de desmadre.

El debate que hicieron los grupos parlamentarios de esta explicación no aportó demasiados elementos interesantes. Encontré flojas las intervenciones de Sánchez (CiU) y Herrera (ICV) que se quedaron en aspectos puntuales, el cumplimiento de la revisión de la financiación autonómica y las inversiones en ferrocarriles, importantes sin duda, pero demasiados parciales para lo que se estaba debatiendo. Si que me gustó las maneras del nuevo portavoz d’ERC, Joan Ridao, aunque por comparación con sus predecesores no era demasiados difícil.

Para mí la intervención que hizo el portavoz popular, Cristóbal Montoro, representó una decepción. Él es catedrático, había sido Ministro de Hacienda en los Gobiernos de Aznar, ahora volvía a la Cámara después de ser eurodiputado estos últimos cuatro años, tenía buena prensa en los medios locales madrileños, y su primera intervención a la tribuna la semana pasada apuntaba otro tono respeto al que nos había acostumbrado Martínez Pujalte, por ejemplo. Pero centró su intervención, y lo repitió en la réplica, en que ahora la economía española en manos de los socialistas estaba igual que como la habían dejado en el 1996 cuando entraron ellos.

¡Sorprendente! ¡No han pasado cosas en la economía en estos doce años! Por citar algunas: la moneda única y la pérdida de la política monetaria, las políticas de estabilidad presupuestaría y el éxito que hemos tenido con gobiernos de ellos y nuestros, las variaciones de los precios a niveles mundiales que se están viendo estos días, la emergencia de los países BRIC’s con todo su potencial humano, el fenómeno de la inmigración y el incremento de la población activa española, la extensión de la sociedad de la información y las nuevas tecnologías,... ¡Todo esto no estaba en el año 1996!

Hablar de la economía española comparando los datos de ahora con los equivalentes de hace doce años no tiene ningún sentido. Los parámetros son completamente diferentes. Ni las causas de lo que pasa, ni las consecuencias son las mismas. Respecto a estas últimas podemos pensar que son parecida pero los mecanismos posibles y disponibles no tienen nada a ver con los que había entonces.

Supongo que es difícil plantear políticas económicas alternativas, especialmente si no se quieren enseñar las cartas de verdad (“decretazos” por ejemplo, o liberalizaciones y des regulaciones a todo trapo), pero es que no dijo ni propuso una medida nueva o diferente. Se quedó en la crítica que se puede hacer a la barra de un bar tomando una cerveza. Lástima, quizás eran las expectativas y a mí me decepcionó.

Mataró, 10 de mayo.

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Leído a la prensa:

“Obama ha tratado de explicar sus palabras recordando que las clases medias americanas, pauperizadas, tienen razones para sentirse amargas. Pero en política, frente al trueno mediático irracional, quien tiene que explicarse, pierde.”

Josep Borrell: “
Pero, ¿qué dijo Obama?”. El Siglo, 5-11-de mayo de 2008 .

El precio del desmadre: Consumidores, propietarios y promotores, bancos y cajas,...*

*(artículo para Capgros.com)

Hemos de aceptar que lo que ha pasado en los últimos años en España y en otros países de nuestro entorno inmediato (ya que no hemos sido los únicos) con el tema de la propiedad inmobiliaria ha sido un gran desmadre. Me gustaría pensar que esto ya es pasado, pero no tengo la certeza de ello.

Un conjunto de factores se juntaron para que esto fuera así. Todos ellos muy conocidos y explicados. Por el lado de la demanda: nuevas condiciones sociales (estructuras familiares, inmigración, ocio y estilo de vida...) y económicas (disponibilidades de renta y riqueza, tipo de interés, nuevas condiciones hipotecarias,...). Por el lado de la oferta: extensas (parecían) posibilidades de negocio y amplias posibilidades de suelos desocupados, abandonados, amortizados y /o reciclables.

Este panorama comportó que una gran mayoría de la población se pensara que era rica en patrimonio (la propiedad urbana está muy repartida) y se lanzara a una desenfrenada espiral que ha comportado un ciclo inmobiliario de una intensidad y duración como no se había conocido en muchos años. La llave no era la construcción sino la disponibilidad de suelo. Quien tenía alguna propiedad, por adquisición antigua o por herencia, se encontró de pronto sentado sobre un cofre lleno de monedas de oro que, además, día que pasaba se incrementaba. Quienes la no tenían vieron posibilidades de enriquecimiento a través de esta parcela (nunca tanto bien dicho) de actividad y se lanzaron a participar en ella, apalancándose si era preciso, yendo al crédito que era muy barato en comparación con las ganancias que se podían esperar (¿de qué sino todas estas nuevas empresas y “fortunas” que nos restregaban, día si día también, por la cara?).

Los fenómenos especulativos son bien conocidos en la historia económica. Y llega un momento que se acaban (las burbujas se pinchan), y entonces...: “tonto el último”. Aquellos que se les queda a las manos el activo sobrevalorado se dan cuenta que como su valor es el que quieran darle otros y no el ellos que pretenden que tiene, pues que vale menos de lo que se pensaban, realmente, puesto que no hay nadie que quiera dárselo. Y han de asumir las pérdidas.

Pero la actividad del sector inmobiliario comporta ocupación de trabajadores (¡mira que hemos llegado de colocar inmigrantes en ella!) y actividad económica (algún punto porcentual del crecimiento del PIB) y ahora todo son lamentos para intentar que no se corte el chorro de la teta y que algunos no tengan que asumir las consecuencias de la situación que ellos mismos provocaron. Y en medio del “triunfo” de la economía de mercado se afanan para que la administración pública se haga cargo del resultado del desbarajuste. Que si el enfriamiento del conjunto de la actividad, que si los peligros sociales de la situación de los inmigrantes, que si las expectativas de ingresos de las propias administraciones,... ¡Hay que ayudar al sector! Bien, lo que quieren decir en realidad es que no quieren asumir pérdidas. Quieren una economía de mercado solo con ganancias.

Pero las ganancias de unos siempre son pérdidas para otros. Ha habido durante todos estos años de desmadre una transferencia de renta y riqueza hacia los detentadores de suelo y todo lo que ha girado a su alrededor: promotores, intermediarios, comisionistas. Los que necesitaban este tipo de bienes, especialmente los que sólo tienen para vender su trabajo, debían hacer lo imposible para pagar lo que les pedían por el “derecho” a la vivienda, e incluso algunos se han puesto la soga al cuello más allá de lo que podían.

Al final del trayecto, ¿qué hay que hacer? Desde el New Deal y Keynes sabemos la respuesta a las situaciones de recesión. Pero esta no puede ser ilimitada. La colectividad ha de ayudar a las situaciones más extremas y debe velar para que el conjunto de la economía no se vaya a pique. Pero hasta un cierto punto. Hace falta atender las necesidades de vivienda más lacerantes, de los más necesitados, pero esto no pasa por las segundas residencias de recreo. Hay que mantener la confianza en el sistema financiero, pero algunos de sus gestores no se pueden ir “de rositas” sin asumir parte de su irresponsable responsabilidad. Hay que asegurar la existencia de un sector inmobiliario, pero hace falta podarlo profundamente de especuladores y de aprovechados. Es necesario que las administraciones públicas se adecuen a la nueva situación afinando las prioridades, repensando “alegrías”, y siendo más eficientes.

Es necesario, en fin, asumir que alguien deberá perder, perder activos, posesiones, perspectivas y, incluso en algunos casos, “carros y carretas”. No puede ser que después de haber tenido durante tanto de tiempo los beneficios del “libre mercado” ahora no se quieran asumir también las pérdidas.

Mataró, 2 de mayo.