19 marzo, 2009

Corregir (a la baja) las expectativas.

Tuve que rehacer el cuadro de datos y el gráfico de la evolución del PIB que había explicado en el artículo que publiqué a finales del año 2008 para la charla-coloquio que di en Vilanova i la Geltrú, en la agrupación del PSC, la semana pasada. Ya se conocen los datos finales de crecimiento del PIB del año 2008 y hay nuevas previsiones gubernamentales para 2009. Quedan así:


En estos momentos se está generalizando la idea de que no hay nada que nos indique de una forma clara ni cuándo ni cómo nos saldremos de la situación en que nos encontramos en todo el mundo, que todos los Gobiernos se afanan en tomar medidas más o menos en la misma dirección, que no hay alternativas a lo que se está haciendo, y que lógicamente la desazón crece entre la población, especialmente entre los afectados más directos.

Hay que empezar a plantear la corrección a la baja de las expectativas que todo el mundo se había hecho. Hay que decir que se trata del crecimiento de las mismas, no de su desaparición, que quizás se ha acabado la ilusión de continuar mejorando ininterrumpidamente, al menos en los próximos tiempos, y que hace falta pensar en cómo afrontamos un periodo más o menos largo, no lo sabemos, con la situación que hemos alcanzado, seguramente con alguna rebaja.

Hay que volver a recordar el final de la serie que expresa el gráfico antes expuesto: en los últimos diez años, los que van desde el comienzo del siglo XXI, habremos crecido en España un 33,4 % lo que tenemos como colectividad. Quizá a finales de este año acabaremos en el 31,2 %. Como punto de partida por afrontar la crisis no está mal. Podemos hacer muchas cosas. No las de antes, seguro, pero sí otras adecuadas a las circunstancias.

Los particulares, en cuanto que consumidores, habrán de revisar la alegría de su comportamiento en los últimos años. Más que apretarse el cinturón podríamos hablar, a nivel general claro está, de moderar sus ansias y aceptar con naturalidad los niveles logrados, manteniéndolos. Vivir más tranquilamente con lo que ya tenemos no nos vendrá nada mal. Descubrir, o redescubrir, lo que tenemos más cerca, desde las relaciones, los hechos y el espacio, por ejemplo.

Los productores, ya sean trabajadores o empresarios, habrán de enfrentarse al panorama aceptando que ya no es mismo. No habrá tanta facilidad para ocuparse y colocar en el mercado los bienes y servicios que producían. Hará falta buscar con más imaginación lo que se puede hacer ahora, cambiando perfiles profesionales, actitudes y formas de trabajo, mercados, procesos y productos. Como que lo único claro que tenemos por ahora es la explicación que José le hizo al Faraón que nos narra el Antiguo Testamento, sabemos que en algún momento saldremos de ahí. Saldrán más y mejor los que busquen las salidas, que seguramente serán nuevas.

Las administraciones públicas, y también las no gubernamentales, tienen una buena ocasión por repensarse. No lo tendrán tan fácil como lo han tenido los último años. Hará falta hilar mucho más fino. Priorizar será más necesario, y habrá que ordenar mejor, cada cual desde sus posicionamientos, pero explicándolos. Es la hora del rigor, de arremangarse a fondo. Aquí hay mucho campo por recorrer.

Nos lo hemos de tomar como una gran oportunidad para repensar muchas cosas, todos. Si lo hacemos explícitamente y juntos mejor. Si escondemos la cabeza debajo del ala y pedimos a alguien, a los “otros”, quienes sean, que ponga remedio, quizás nos encontremos con un gran desengaño si no aciertan, o no encuentran, soluciones. Y habrá muchos particulares, trabajadores, empresarios y administradores (estos menos) que no se esperarán ni se pararán. Quizás a tientas, quizás tropezando, quizás errando, marcharán mirando adelante, no hacia atrás, no hacia un pasado que ya se ha ido. De estos será el futuro.



Joaquim Bartra es un conocido abogado mataronés de larga trayectoria profesional y cívica que parece que tiene una remarcable vena artística escondida que ahora ha salido a la luz pública. Sorprendente, al menos para mí que la desconocía.

Mataró, 15 de marzo

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