27 mayo, 2009

Una propuesta para pensar en ella.

Procesión en Cuaresma. Por la Comisión de Economía desfilan, un detrás de otro, los más altos responsables y representantes del sistema financiero español para darnos su visión de lo que pasa. Con la cruz a cuestas, encapuchados, arrastrando los pies descalzos, haciendo penitencia,… Hasta ahora, el Secretario de Estado de Economía, el Gobernador del Banco de España, el Presidente de la Asociación de la Banca, el Presidente de la Confederación de las Cajas de Ahorro. La próxima semana, el Presidente del I.C.O.,…

Esta semana fue el turno de las Cajas. Su Presidente, José Ramón Quintás, nos explicó su “verdad”. Ellos, nos dijo en medio de su análisis, no son como los otros, en referencia a los bancos. Ellos no han vendido ni Madoff’s ni Lehman’s, y no tienen negocios en Latinoamérica. Bueno, de esto…, haciendo negocio bancario directamente no, pero algunas cajas indirectamente a través de sus participadas,… ¡Qué te voy a contar! Ellos son más sociales y tienen más hipotecas y una clientela diferente de acuerdo con su “naturaleza” social. ¡A buenas horas se acuerdan de sus orígenes!

Ahora, todo es inquietud para hacer frente a la morosidad desbocada. Antes, la variación de los tipos de interés impactaba en la morosidad. Ahora, es la tasa de paro la que toma el relevo de su causa (el euribor baja, alguna consecuencia también debe tener ¿no es cierto?). Un temor, un miedo, ¿un fantasma? (perdón) recorre el país: El desahucio.


(Peter Fendi. El desahucio.1840)

Las cifras cantan. Después de muchos años (los del largo ciclo de la alegría) el índice de morosidad está aumentando. Sí, del 0,91% a finales del 2007 hemos (o han) pasado al 3,3%, y subiendo. Vamos a ver, si no lo entiendo mal de cada 100 euros que se han de devolver, “sólo” se devuelven a su vencimiento 96,7%. ¿No? ¿Lo entendí bien?

(Fuente: A.H.E. )

Y, ¿De quien son estos 3,3 euros que no se devuelven? Segmentémoslos. Separemos lo que es inmobiliario de lo que no lo es. Del primero (el menospreciado ladrillo) hagamos más separaciones: La de los promotores (actividad económica, empresarial o “negocio”), del la de los particulares. De entre estos últimos, clarifiquemos los especuladores (avispados o no) que se han pillado los dedos, de los compradores de residencias. Todavía más, de estos segundos, los estúpidos (en palabras de Paul A. Samuelson) que han estirado más el brazo que la manga en su primera, segunda o tercera residencia, de los que tenían imperiosa necesidad de vivir bajo un techo. Y acabemos, entre estos últimos, ordenemos los que pueden pagar y los que están en una situación sobrevenida, con más o menos perspectivas, de no poder hacerlo.

Parece que la medida de aplazar el pago de cuotas durante dos años que decidió el Gobierno ya hace unos meses no acaba de arrancar, de hecho acaba de empezar su aplicación, y quizás no es la solución.

Quintás, en nombre de las Cajas, aprieta: “Hay que evitar una situación dramática”.

¿Qué pasaría si el sector público, el Estado (vaya, todos nosotros) pagara las cuotas que no se pudieran atender mes a mes del segmento último de los que he expuesto antes (el de aquellos que no tenían otra salida que hipotecarse por una sencilla vivienda que es la única propiedad de la unidad familiar de convivencia y que ahora están colgados) contra la parte de propiedad correspondiente registrándola convenientemente (en el Registro de la Propiedad)?

Aseguraríamos algunas cosas. Afrontar un problema social evidente: atenuar el riesgo de desahucio; incentivar la búsqueda de solución de los “pillados” que mantendrían así (y para si) lo que ya hubieran amortizado; rebajar la morosidad a las entidades financieras y mantener sus cuentas de explotación; desactivar parte de una de las causas del hundimiento del mercado de la vivienda.

Hay que hacer muchos números, echar muchas cuentas y atarlo todo muy bien. No lo sé.

Puede que sea arbitrismo, quizá es una propuesta arbitrista. Quizá habría que estudiarlo.

Mataró, 19 de marzo.

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