*(artículo para Capgros.com)
Desde hace muchos años, desde la reanudación de la democracia, el debate recurrente en Cataluña ha ido girando en torno a las esencias. Somos, no somos, que debemos ser, como estamos, el ensamblaje, nos quieren, los queremos,... El Estado de las autonomías empezó como un experimento para resolver los “casos” catalán y vasco y se ha convertido en un amplio proceso descentralizador del Estado que poco podían imaginarse los que lo empezaron. Generalizado, aceptado, con un éxito notable, de tal manera que ahora se hace difícil pensar que sea reversible, o que pueda haber otra cosa.
La insistencia nacionalista en Cataluña en ir más allá, de corregir y aumentar lo que se consiguió entonces, ha arrastrado a un segundo proceso descentralizador al Estado. Los más centralistas, que ya tuvieron que aceptar la primera racha, se han resistido todo lo que han podido a continuar avanzando. Pero con tenacidad y posibilismo Cataluña ha logrado un nuevo Estatuto y detrás han venido y están viniendo otros: Andalucía, Valencia, Baleares, Aragón,... y los que siguen.
Ahora es el momento de recoger los frutos y consolidar por un largo periodo lo que se ha conseguido. No es un proceso automático, hará falta trabajar mucho y durante bastante tiempo.
Los números del gasto público de las Administraciones del Estado están quedando distribuidos de la forma siguiente: A excepción de los gastos de la Seguridad Social, la Administración del Estado tiene el 31% del gasto, las Administraciones autonómicas el 51%, y las locales el 18%. Nadie puede negar la profundidad del proceso descentralizador. Dos cosas hay que hacer notar: La primera, el elevado volumen de gasto administrado por las autonomías se debe a que las grandes rúbricas del gasto público: la sanidad y la educación están a sus manos. La segunda, el escaso peso de las administraciones locales indica el posible camino de mayor descentralización que todavía tiene nuestro sistema.
A los dos puntos da respuesta la propuesta socialista a las elecciones en las que nos encontramos de cara al 1 de noviembre. La acción del próximo Gobierno de la Generalitat debe centrarse en la gestión correcta de las necesidades más habituales de los ciudadanos y las ciudadanas de Cataluña. Toda acción de Gobierno, de cualquier nivel, tiene incidencia más o menos en la vida de los ciudadanos. Desde la política exterior, la guerra y la paz, a la gestión del agua, para llevarla o sacarla de las casas. Pero hay un conjunto de cosas que son de una importancia que se palpa en la vida cotidiana de las personas: la sanidad, la educación, la vivienda, los servicios sociales,... que se deben resolver lo más cerca posible.
Cuando los socialistas planteamos la propuesta de la hora de los catalanes y catalanas, de los ciudadanos y ciudadanas de Cataluña, estamos queriendo poner el acento en las condiciones de vida de las personas que viven en Cataluña por encima de debates que creemos que ya hemos superado por mucho tiempo sobre nuestras esencias. Estos debates seguramente los habremos de hacer de y a otro nivel tal y como va el mundo hoy en día. La energía, la inmigración, los flujos económicos, el medio ambiente,.. Seguro que estos temas nos deben preocupar, y debemos encontrar marcos para discutirlos más allá de nuestros pequeños territorios. Pero la gestión de la Administración autonómica se debe centrar en los ciudadanos y las ciudadanas de aquí.
A esto nos convoca José Montilla que creo que por su trayectoria y su personalidad está indicado por encabezar esta etapa post Estatuto que ahora empieza.
Los que hemos sido Alcaldes sabemos lo que es estar cerca de la gente y de sus problemas. Sabemos lo que es escuchar las a veces contradictorias peticiones de la ciudadanía y dar la respuesta adecuada. El día a día, cada día.
El próximo día 1 de noviembre los ciudadanos y ciudadanas de Cataluña tienen la palabra. Creo que, pese a lo que se diga y se pretenda obviar, la acción del Gobierno de Cataluña de los últimos tres años, y especialmente la consecución del nuevo Estatuto avala la apuesta por la continuidad de la experiencia de un Gobierno progresista encabezado por un socialista. Y sobre todo, para el que ahora se debe hacer. Hace falta que más allá del País haya la visión de los problemas y de los temas que preocupan a los ciudadanos y a las ciudadanas del País.
La insistencia nacionalista en Cataluña en ir más allá, de corregir y aumentar lo que se consiguió entonces, ha arrastrado a un segundo proceso descentralizador al Estado. Los más centralistas, que ya tuvieron que aceptar la primera racha, se han resistido todo lo que han podido a continuar avanzando. Pero con tenacidad y posibilismo Cataluña ha logrado un nuevo Estatuto y detrás han venido y están viniendo otros: Andalucía, Valencia, Baleares, Aragón,... y los que siguen.
Ahora es el momento de recoger los frutos y consolidar por un largo periodo lo que se ha conseguido. No es un proceso automático, hará falta trabajar mucho y durante bastante tiempo.
Los números del gasto público de las Administraciones del Estado están quedando distribuidos de la forma siguiente: A excepción de los gastos de la Seguridad Social, la Administración del Estado tiene el 31% del gasto, las Administraciones autonómicas el 51%, y las locales el 18%. Nadie puede negar la profundidad del proceso descentralizador. Dos cosas hay que hacer notar: La primera, el elevado volumen de gasto administrado por las autonomías se debe a que las grandes rúbricas del gasto público: la sanidad y la educación están a sus manos. La segunda, el escaso peso de las administraciones locales indica el posible camino de mayor descentralización que todavía tiene nuestro sistema.
A los dos puntos da respuesta la propuesta socialista a las elecciones en las que nos encontramos de cara al 1 de noviembre. La acción del próximo Gobierno de la Generalitat debe centrarse en la gestión correcta de las necesidades más habituales de los ciudadanos y las ciudadanas de Cataluña. Toda acción de Gobierno, de cualquier nivel, tiene incidencia más o menos en la vida de los ciudadanos. Desde la política exterior, la guerra y la paz, a la gestión del agua, para llevarla o sacarla de las casas. Pero hay un conjunto de cosas que son de una importancia que se palpa en la vida cotidiana de las personas: la sanidad, la educación, la vivienda, los servicios sociales,... que se deben resolver lo más cerca posible.
Cuando los socialistas planteamos la propuesta de la hora de los catalanes y catalanas, de los ciudadanos y ciudadanas de Cataluña, estamos queriendo poner el acento en las condiciones de vida de las personas que viven en Cataluña por encima de debates que creemos que ya hemos superado por mucho tiempo sobre nuestras esencias. Estos debates seguramente los habremos de hacer de y a otro nivel tal y como va el mundo hoy en día. La energía, la inmigración, los flujos económicos, el medio ambiente,.. Seguro que estos temas nos deben preocupar, y debemos encontrar marcos para discutirlos más allá de nuestros pequeños territorios. Pero la gestión de la Administración autonómica se debe centrar en los ciudadanos y las ciudadanas de aquí.
A esto nos convoca José Montilla que creo que por su trayectoria y su personalidad está indicado por encabezar esta etapa post Estatuto que ahora empieza.
Los que hemos sido Alcaldes sabemos lo que es estar cerca de la gente y de sus problemas. Sabemos lo que es escuchar las a veces contradictorias peticiones de la ciudadanía y dar la respuesta adecuada. El día a día, cada día.
El próximo día 1 de noviembre los ciudadanos y ciudadanas de Cataluña tienen la palabra. Creo que, pese a lo que se diga y se pretenda obviar, la acción del Gobierno de Cataluña de los últimos tres años, y especialmente la consecución del nuevo Estatuto avala la apuesta por la continuidad de la experiencia de un Gobierno progresista encabezado por un socialista. Y sobre todo, para el que ahora se debe hacer. Hace falta que más allá del País haya la visión de los problemas y de los temas que preocupan a los ciudadanos y a las ciudadanas del País.
Mataró, 22 de octubre.
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