19 junio, 2010

Engañar a la gente. La reforma de las Cajas.


La reforma del sistema financiero, pedida a gritos en los últimos tiempos por casi todo el mundo, se va concretando. En una dirección, la deseada por los “mercados”, pero se va concretando. Parecía que todo se reducía a las Cajas de Ahorros, pero ya han entrado también en acción los bancos. Claro, el problema de fondo, el de aflorar la realidad de sus activos y la consiguiente repercusión en las cuentas de resultados es generalizada para todas aquellas entidades que se metieron en el “negocio” inmobiliario y en el crecimiento con recursos interbancarios. Acabadas o agostadas estas dos fuentes de actividad financiera, la reducción se impone.

De esto se trata, de reducción y de reconducción. En el caso de las Cajas la vía es la definitiva bancarización y la superación de unas estructuras empresariales atípicas, atípicas en el mundo capitalista.

Ahora se pretende con esta operación dar la impresión de que no cambian demasiadas cosas, incluso que se hace para “salvar” las esencias fundacionales (?) y los puestos de trabajo. Nada más lejos de la realidad.

No es cierto que los S.I.P., o “fusiones frías”, den lugar a Cajas más grandes. Dan lugar a entidades financieras más grandes, que no es el mismo, puesto que dan lugar a nuevos bancos, cuyos accionistas serán las Cajas que los conforman, que sólo serán esto, accionistas que participan en su capital. Claro que harán la estratagema de mantener las viejas marcas comerciales, pero sólo también serán esto, viejas marcas comerciales. La dirección de la gestión, el mando empresarial, estará en la nueva entidad, que no será una caja de ahorros, será un banco. Ya lo veremos, durante un primer período se mantendrán los logos y las imágenes primigenias, por ir dando paso poco a poco, primero en los nuevos emplazamientos y después en los antiguos, a la nueva marca ya bancaria. O, ¿no lo hemos visto en el anterior proceso de concentración bancaria? De los “siete grandes” a dos potentes, el rojo y el azul. Sí, todavía hay una pequeña discusión pueblerina (especialmente que CC.AA. recibe los impuestos) sobre el lugar oficial de las sedes de estas entidades, aunque queda bien claro dónde está la sede real.

Respecto al mantenimiento de puestos de trabajo otra falacia. No es cierto que de la fusión salga una nueva entidad con la suma de oficinas, empleados y recursos de las entidades que se unen (o que las hacen unir). El resultado de la operación será la reducción de oficinas, empleados y recursos, ya que, ¿para qué se hace la operación sino para intentar adaptarse a la nueva situación? No se mantendrán los servicios centrales originales de cada una, habrá sólo unos. No habrá oficinas vecinas las unas de las otras que hasta ahora se hacían la competencia puesto que eran de entidades diferentes. Se darán economías de escala con cierre de oficinas concurrentes. No existirán los diferentes escalones de mandos duplicados, triplicados, cuadruplicados o quintuplicados que se derivarían del mantenimiento de las antiguas estructuras. Sobrará bastante gente, es una reconversión y pasará tal como ha pasado en otros sectores económicos. Y bajarán los recursos por saneamiento de los respectivos balances, limpieza de activos que tendrá correspondencia en los pasivos. Se abren nuevas perspectivas que no serán automáticamente la simple adición de las realidades hoy existentes.

Sí que quedarán las estructuras de administración, de dirección y de representación de los accionistas, de las viejas Cajas que devendrán una caja, un recipiente, quizás muy lustrosa y “auténtica” (¿?), pero sin contenido más allá de ejercer sus derechos accionariales a la Junta General de la nueva entidad bancaria y ejercer de rentista. Aunque para algunos de sus componentes ya les está bien puesto que mantendrán “cargo” sin tener responsabilidades.

¡Ah, las políticas de comunicación tan en boga hoy en día! Nos quieren dar gato por liebre.

Mataró, 11 de junio.

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