Casualmente llego
al conocimiento de un artículo publicado en el diario ARA (20/10/18) por Jordi
Muñoz (supongo que lo de politòleg
que viene detrás de su nombre con el mismo cuerpo de letra es su profesión, que
no sé si su oficio). Ni soy lector del mencionado periódico ni conozco de nada
al autor del artículo, pero el título me atrae: “Hablar
con el PSC”. Lo leo intentando comprender qué dice y qué quiere decir.
Evidentemente el
autor escribe desde la óptica independentista (perdonen, no he sabido discernir
nunca entre nacionalistas, soberanistas, independentistas,…). Dice que el PSC ha hecho una clara involución en
sus planteamientos desde el programa electoral del 2012 hacia acá. Cierto, los
que mandaban entonces, con el lirio en la mano y con los tejemanejes de algunos
miembros de su dirección, apostaron por el “derecho
a decidir” que después quedó claro que era el derecho a decidir la
independencia (como si no fuera evidente desde el principio). Escaldados,
aquellos que consiguieron mantener con vida una organización dinamitada por
dentro y bombardeada por fuera –en unos tiempos turbulentos, todo hay que
decirlo- se han replegado a posiciones más comprensibles para sus bases
orgánicas y electorales.
El autor dice y
es cierto, que este repliegue ha alejado al PSC de la centralidad política. Evidente, si la centralidad
política se define como el punto central de debate de la sociedad, ésta es aquí
el tema de la independencia. Este debate está protagonizado por posiciones heterogéneas,
a un lado y a otro, que lo único que tienen en común a discutir es su
posicionamiento sobre este punto, a favor o en contra. Pero, ¿tienen alguna
cosa más en común? Evidentemente no. Ni el modelo de sociedad, ni su posición
en el mundo, ni los instrumentos de acción política: “Cabestros contra borricos”, toda una metáfora.
Los socialistas,
dice el autor, siguen teniendo una posición clave. Quizá, ¿pero sobre qué? Y
dice que hay que preguntar de entrada al PSC si cree que los referéndums
polarizan más o menos que enviar policías antidisturbios. ¡Ah… la clave! El
terreno del debate es el suyo, el de los “indepes”.
“En esta sociedad el debate sobre la
independencia hace años que está asentado y por lo tanto un referéndum es la seguramente
forma más civilizada de resolverlo”. Evidentemente después de encender el
fuego la forma de apagarlo es el agua.
Pues no. El
terreno de debate es el de explicar racionalmente el engaño al que se ha
conducido a una importante masa de población que se ha creído las alocadas
proclamas de una pandilla de insensatos (perdonen
otra vez… a este pobre pecador, pero después de lo que vemos cada día no
creo que sea un calificativo insultante). Por cierto, el 1 de octubre del año
pasado, mientras que hubo alcaldes o alcaldesas que se pusieron delante de los
antidisturbios para que les zurraran y alcanzar el martirio, hubo otros –socialistas-
que lograron persuadir a los que mandaban aquellos antidisturbios que lo que iban a
hacer era una locura tan grande como la que pretendían reprimir y de esta forma
evitaron acciones torpes.
Por lo tanto,
creo, y solo soy un simple militante de base sin ninguna responsabilidad
orgánica, que el PSC debe continuar
intentando calmar los ánimos, serenar el país y conseguir devolver la
centralidad política a la sensatez
que se ha perdido en Cataluña.
De esto sí que creo que puede hablarse con el PSC y me parece que lo hace patente cada día. Ni avalar la
represión ni degradar la convivencia, sino lograr la convivencia para que no
haya represión.
26 de octubre.
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