El viaje a ENUSA nos posibilitó hacer una corta visita nocturna a Salamanca. No fuimos a la calle de “El Expolio” y al famoso Archivo, faltaría más, pero tuvimos tiempo de recorrer algunas calles del casco antiguo y sus edificios más emblemáticos.
Partiendo del hotel dónde estábamos hospedados, pudimos admirar la fachada del convento de San Esteban; continuando por el exterior de las dos Catedrales, la nueva y la vieja; el patio de las Escuelas; la Universidad, dónde vimos, además de su celebérrima fachada, la biblioteca, la famosa aula de Fray Luis de León y el aula Magna con la erudita explicación de nuestra guía sobre las costumbres de los estudiantes de épocas pretéritas y de otros acontecimientos, desde el origen del Lunes de Aguas al famoso incidente del Rector Unamuno; la casa de las Conchas por fuera; para acabar, no podía ser de otra forma, en la Plaza Mayor con las correspondientes explicaciones de los medallones que la adornan, en los que todavía hay uno dedicado al General Franco que de vez en cuando es convenientemente embadurnado de pintura roja. Tengo un agradable recuerdo de esta plaza al atardecer de un día de verano. Vale la pena pagar lo que te cobran de una cerveza en la terraza de un bar mientras ves como va cambiando la luz de este magnífico espacio urbano. Todo un espectáculo.
Tuvimos el privilegio de poder visitar la biblioteca de la Universidad. Pese a la hora tardía, un viejo y entusiasta bibliotecario (empezó a trabajar en ella en el año 1961) nos mostró algunos de los secretos allí atesorados. Más de 35.000 volúmenes, alguno del siglo XI, incunables, manuscritos, piezas excepcionales y únicas. Como reza el dicho catalán: Si vols saber vés a Salamanca (Si quieres saber, ve a Salamanca). Con qué amor nos iba enseñando las piezas: toquen este pergamino, es piel de ternero reciente nacido; miren este grabado del siglo XVI, en él Cataluña forma parte de Francia, datado del 1659;... incluso de una arcón, que servía para guardar el tesoro de la Universidad que se abría con cinco llaves (los claveros), salió enrollada una Tora hebrea. Como recuerdo de nuestra visita nos regaló el célebre aviso para que nadie se llevara los libros a su casa.
Partiendo del hotel dónde estábamos hospedados, pudimos admirar la fachada del convento de San Esteban; continuando por el exterior de las dos Catedrales, la nueva y la vieja; el patio de las Escuelas; la Universidad, dónde vimos, además de su celebérrima fachada, la biblioteca, la famosa aula de Fray Luis de León y el aula Magna con la erudita explicación de nuestra guía sobre las costumbres de los estudiantes de épocas pretéritas y de otros acontecimientos, desde el origen del Lunes de Aguas al famoso incidente del Rector Unamuno; la casa de las Conchas por fuera; para acabar, no podía ser de otra forma, en la Plaza Mayor con las correspondientes explicaciones de los medallones que la adornan, en los que todavía hay uno dedicado al General Franco que de vez en cuando es convenientemente embadurnado de pintura roja. Tengo un agradable recuerdo de esta plaza al atardecer de un día de verano. Vale la pena pagar lo que te cobran de una cerveza en la terraza de un bar mientras ves como va cambiando la luz de este magnífico espacio urbano. Todo un espectáculo.
Tuvimos el privilegio de poder visitar la biblioteca de la Universidad. Pese a la hora tardía, un viejo y entusiasta bibliotecario (empezó a trabajar en ella en el año 1961) nos mostró algunos de los secretos allí atesorados. Más de 35.000 volúmenes, alguno del siglo XI, incunables, manuscritos, piezas excepcionales y únicas. Como reza el dicho catalán: Si vols saber vés a Salamanca (Si quieres saber, ve a Salamanca). Con qué amor nos iba enseñando las piezas: toquen este pergamino, es piel de ternero reciente nacido; miren este grabado del siglo XVI, en él Cataluña forma parte de Francia, datado del 1659;... incluso de una arcón, que servía para guardar el tesoro de la Universidad que se abría con cinco llaves (los claveros), salió enrollada una Tora hebrea. Como recuerdo de nuestra visita nos regaló el célebre aviso para que nadie se llevara los libros a su casa.
Mataró, 6 de marzo.
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