*(artículo para Capgros.com)
Es conocido el impacto de múltiples factores sobre la demanda de vivienda en los últimos años en España: Económicos, demográficos, sociológicos, incluso psicológicos…
Esta fuerte demanda ha encontrado respuesta en una ávida oferta que ha aprovechado, muchas veces desordenadamente, las posibilidades de suelo que el retroceso del sector primario de la economía ha permitido, y la obsolescencia de muchos suelos urbanos. Pero pese a esta mayor disponibilidad de la oferta los precios de las viviendas han experimentado un aumento vertiginoso que hasta ahora ha sido correspondido por una insatisfecha demanda.
¿Hasta ahora? No sé si se cortará la continuidad en el crecimiento de los precios, pero empiezan a darse síntomas que quizás este crecimiento llega a su fin. Los aumentos de los tipos de interés que hacen crecer las cuotas mensuales que ya han llegado a plazos excepcionalmente largos, la imposibilidad de reducir más el tamaño de las unidades ofrecidas, el elevado porcentaje de renta familiar destinado a esta finalidad, la disminución del volumen de la demanda solvente, la ocupación abusiva de amplias zonas del territorio que genera rechazo social, la voluntad política de encontrar alguna solución para los que más lo necesitan,... Todo lleva a pensar que estamos ante un cambio de tendencia en el mercado de la vivienda en España.
Estamos viviendo este días la explosión de la burbuja financiera del sector expresada en la brutal caída de los valores bursátiles de determinadas empresas del sector que, no hay que olvidarlo, habían tenido una rápida y repentina subida parecida a la de los valores tecnológicos de hace unos años. Este hecho puede arrastrar a la baja a las empresas constructoras y de rebote a las financieras que engrasan a las primeras y a las segundas, y hacer tambalear el conjunto de la economía. Ahora veremos hasta qué punto el crecimiento se ha basado sólo en este sector, o si las importaciones y la inversión en bienes de equipo de los últimos tiempos mantienen el crecimiento por la parte industrial que seria más saludable y deseable.
Parece que la última fiebre especulativa, que ha sido larga e intensa, ha encontrado su techo y que ahora habrá un movimiento de resituación a las expectativas reales marcadas por la capacidad de la demanda solvente realmente existente. Esto quizás puede comportar, más adelante, una disminución de los valores patrimoniales en manos de los particulares y de las empresas del sector. Respecto a los particulares, el problema está en el endeudamiento que soportan que tengo la impresión de que en general –por los datos que se conocen- es inferior al patrimonio por lo que sólo afectará a las expectativas de cambio pero no a las de uso, excepto quizás a exagerados casos puntuales. Con respecto a los patrimonios en manos de las empresas de los sector dependerá del apalancamiento que hayan hecho para obtenerlos y qué fortaleza financiera propia tienen por aguantarlos. Hará falta seguir con atención esta evolución.
Madrid, 25 d’abril.
Es conocido el impacto de múltiples factores sobre la demanda de vivienda en los últimos años en España: Económicos, demográficos, sociológicos, incluso psicológicos…
Esta fuerte demanda ha encontrado respuesta en una ávida oferta que ha aprovechado, muchas veces desordenadamente, las posibilidades de suelo que el retroceso del sector primario de la economía ha permitido, y la obsolescencia de muchos suelos urbanos. Pero pese a esta mayor disponibilidad de la oferta los precios de las viviendas han experimentado un aumento vertiginoso que hasta ahora ha sido correspondido por una insatisfecha demanda.
¿Hasta ahora? No sé si se cortará la continuidad en el crecimiento de los precios, pero empiezan a darse síntomas que quizás este crecimiento llega a su fin. Los aumentos de los tipos de interés que hacen crecer las cuotas mensuales que ya han llegado a plazos excepcionalmente largos, la imposibilidad de reducir más el tamaño de las unidades ofrecidas, el elevado porcentaje de renta familiar destinado a esta finalidad, la disminución del volumen de la demanda solvente, la ocupación abusiva de amplias zonas del territorio que genera rechazo social, la voluntad política de encontrar alguna solución para los que más lo necesitan,... Todo lleva a pensar que estamos ante un cambio de tendencia en el mercado de la vivienda en España.
Estamos viviendo este días la explosión de la burbuja financiera del sector expresada en la brutal caída de los valores bursátiles de determinadas empresas del sector que, no hay que olvidarlo, habían tenido una rápida y repentina subida parecida a la de los valores tecnológicos de hace unos años. Este hecho puede arrastrar a la baja a las empresas constructoras y de rebote a las financieras que engrasan a las primeras y a las segundas, y hacer tambalear el conjunto de la economía. Ahora veremos hasta qué punto el crecimiento se ha basado sólo en este sector, o si las importaciones y la inversión en bienes de equipo de los últimos tiempos mantienen el crecimiento por la parte industrial que seria más saludable y deseable.
Parece que la última fiebre especulativa, que ha sido larga e intensa, ha encontrado su techo y que ahora habrá un movimiento de resituación a las expectativas reales marcadas por la capacidad de la demanda solvente realmente existente. Esto quizás puede comportar, más adelante, una disminución de los valores patrimoniales en manos de los particulares y de las empresas del sector. Respecto a los particulares, el problema está en el endeudamiento que soportan que tengo la impresión de que en general –por los datos que se conocen- es inferior al patrimonio por lo que sólo afectará a las expectativas de cambio pero no a las de uso, excepto quizás a exagerados casos puntuales. Con respecto a los patrimonios en manos de las empresas de los sector dependerá del apalancamiento que hayan hecho para obtenerlos y qué fortaleza financiera propia tienen por aguantarlos. Hará falta seguir con atención esta evolución.
Madrid, 25 d’abril.
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