29 diciembre, 2008

El año de la crisis.*

*(artículo para Capgros.com)
En estos últimos días del año se acostumbra hacer balance de los eventos más destacados que han sucedido. De política, de economía, de cultura y espectáculos, de deportes, etc., etc.,..

Las elecciones generales de marzo con la reválida de Rodríguez Zapatero, el sainete de la gestión de la sequía, la esperanza de Barack Obama en USA, los éxitos deportivos españoles en fútbol, ciclismo, tenis,.. Pep Guardiola. Las quiebras y estafas de Wall Street. El desmoronamiento (nunca mejor dicho) de las empresas del “ladrillo”. La inacabable lucha, revivida estos días, entre israelitas y palestinos. El fenómeno terrorista. El desbarajuste del continente maldito (o explotado), Africa: Somalia, el Congo, Zimbabwe ...

Creo que lo que más recordaremos de este año en el futuro será el desmoronamiento económico generalizado. Especialmente según como salgamos de él. La crisis. Hemos hablado de ella, continuamos hablando de ella y parece que también lo haremos en el futuro.

El gráfico del INE de la evolución del crecimiento trimestral del PIB en España y en la UE es suficientemente expresivo. Bruscamente, el derrumbe. Y el próximo trimestre, peor. Estamos ya en recesión.




No es sólo el caso de nuestro país, o de algunas zonas del mundo. Son todas las economías las que entran en recesión. Desde USA, a China, pasando por toda Europa. Quiebras, despidos, incertidumbre, desconfianza. Perplejidad por lo brusco del fenómeno. Las noticias se suceden vertiginosamente. ¿Qué está pasando?

En primer lugar, ¿De qué hablamos cuando hablamos de crisis? De la falta de crecimiento. No es que estemos mal, concretamente en los países “occidentales”, sino que lo hemos basado todo en el crecimiento, y cuando éste falla parece que todo se hunde. El incremento de la tarta permite que todo el mundo participe en su reparto, unos más que otros, cierto. Hay alegría, todos contentos.

Por ejemplo, el caso español. Si reconvertimos el cuadro anterior del INE en la evolución del conjunto de nuestra economía en los últimos años aparece un cuadro distinto.













(Elaboración propia a partir de los datos del INE)

¿Qué nos indica? En los ocho primeros años de este siglo XXI el producto español ha crecido el 31,8% respecto al que teníamos al inicio (casi un tercio más) y que en este último año parece que hemos llegado a un nuevo rellano de la renta obtenida y ahora, quizá sensatamente hasta que comprendamos mejor qué pasa, deberíamos adaptarnos a transitar por este rellano, sin descartar que podamos bajar algún escalón en el futuro.

No es lo que están haciendo todos los Gobiernos ante esta situación, ni lo que les piden, a veces irresponsablemente, sus oposiciones políticas y los medios de comunicación. Nuestro Gobierno al frente, hiperactivo, uno de los que más medidas (no demasiado diferentes) ha tomado para intentar enderezar la situación.

Nos dicen que hay que mitigar las consecuencias de la situación, especialmente a los más directamente afectados: el desencajado sistema financiero, los trabajadores que va al paro, las empresas que no pueden continuar,..., y aprovechar para sentar las bases para volver a crecer en el futuro: reconversiones, reformas estructurales,.... Cuentan, que a finales del año próximo (?). Pocas peticiones y llamadas a la asunción de responsabilidades.

Se toman medidas para que el sistema financiero no se hunda. Hace falta que la liquidez llegue a las empresas de los sectores reales de la economía, sobre todo a las pequeñas y medianas. Hay que ayudar a los hipotecados para que hagan frente a sus deudas. Que no se hunda la industria del automóvil con todo lo que conlleva. Ciudadanos y ciudadanas, ¡Consumid! Obra pública, mucha, distribuida capilarmente por medio de las corporaciones locales. Recuperemos el déficit público para que la máquina no se pare. Los ingleses, Gordon Brown, hablan del 9% sobre el PIB. Así parece que se abandonan los límites sensatos y trabajosamente aceptados, Europa, ¿diga? Veremos como acaba la financiació autonómica.

Hay pocos análisis sobre las causas. Quizás los economistas dentro de diez años publicarán estudios explicativos del hecho. Hoy por hoy, parece que se conoce bastante bien el apartado del derrumbe de la economía financiera (La codicia. Está muy explicado), pero sólo se intuyen algunas cosas sobre la economía real. Quizás también aquí habíamos construido una pirámide dónde los que iban entrando pagaban a los que ya estaban en ella. La extensión y magnitud sin tino de las actividades improductivas, por ejemplo. Parecía que no había límites para poder hacerlo todo, desde atender necesidades colectivas, o de colectivos, hasta las pretensiones y deseos, primarios o no, individuales. Cada vez con más exigencias y más altos niveles de satisfacción, o de insatisfacción. Sin tener en cuenta e imputar, todos y correctamente, los costes que esto comportaba.

Si, tenemos que procurar que el sistema no se colapse. Hemos de atender a aquellos que ante la situación estén desamparados y queden desvalidos. Pero debemos reflexionar sobre los límites, evidentes, que tenemos y definir unos programas de actuación para movernos en ellos y aplicarlos. Debemos volver a hablar de redistribución, aquí y a escala planetaria. El sálvese el que pueda puede conllevar, tras el desmoronamiento económico, el desmoronamiento social.

Cabrils, 28 de diciembre.

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