10 septiembre, 2018

El 11 de septiembre.


La guerra de Sucesión a la corona de España (1701-1713) fue una guerra entre las monarquías europeas  por la hegemonía continental. Una mayoría de las élites catalanes de aquel momento se apuntaron al bando que al final resultó perdedor y resistieron hasta más allá de sus posibilidades (1714).

El resultado de la victoria de unos y la derrota de los otros configuró en los territorios peninsulares un nuevo orden político. Cataluña por el Decreto de Nueva Planta (1716) perdió las constituciones políticas que tenía hasta entonces dentro de la monarquía española.

El Duque de Berwick se lo explicó a los valencianos tras la batalla de Almansa (1707):

Este Reyno [sic] ha sido rebelde a Su Magestad [Felipe V] y ha sido conquistado, haviendo [sic] cometido contra Su Magestad una grande alevosía, y assí [sic] no tiene más privilegios ni fueros que aquellos que su Magestad quisiere conceder en adelante.


Es la historia, bien conocida. ¿Alguien piensa, en serio, 300 años después, que existe fuerza para revertirla y que esto puede tener especial interés, y que vale la pena, en el mundo de hoy? Parece ser que sí y son unos cuantos. Tenemos que desilusionarles antes de que se estrellen y nos estrellen a todos. Hablar claro (como aquí). Decirles la verdad.



Hace tiempo, un día de Santa Lucía, hice de “palmero” de Manolo Escobar sobre los restos de los huesos de los últimos defensores del estandarte de Santa Eulalia.

10 de septiembre.

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