08 septiembre, 2018

No he de pedir perdón.


Creía que tenía este escrito publicado en alguno que los blogs que he tenido o que todavía utilizo y en ellos lo busqué inútilmente. No, fue publicado en el semanario Capgròs antes de que pusiera en marcha mi primer blog, en noviembre del 2004, en unas colaboraciones quincenales que hacía en él tituladas “Des de Madrid” y luego, su traducción, en la revista Temas, nº 121, del mismo año.

Como el tema vuelve a resurgir –en medio del ambiente político existente- he pensado que vale la pena volver a publicarlo, ya que –catorce años después- continúo creyendo en la vigencia de su contenido, pensado lo mismo que escribí entonces. Seguramente lo que ha cambiado es el entorno político y probablemente quien lo lea no lo verá igual. Cierto, quizá me he quedado en minoría y en fuera de juego.





NO HE DE PEDIR PERDÓN.


Preside mi despacho de Diputado en Madrid una caricatura de mi padre (con el que tengo un cierto parecido) hecha en la Prisión Modelo de Barcelona el mes de diciembre de 1939 cuando estaba “hospedado” en ella como consecuencia de su pertenencia al bando perdedor de la Guerra Civil española.

El Grupo Parlamentario de Esquerra Republicana de Catalunya planteó en el Congreso de Diputados una propuesta para que el Estado Español pidiera perdón a las instituciones catalanas por el juicio y fusilamiento del que fue Presidente de la Generalitat de Catalunya Lluís Companys.

Esta propuesta – hecha por quien la hace – es una contradicción en si misma. Contradicción que supongo que es deliberadamente asumida por sus proponentes. El Grupo Parlamentario de ERC es un grupo del Parlamento de España, y este Parlamento democrático no es continuador del Estado franquista – de la Dictadura – que gobernó España durante casi cuarenta años. Mejor dicho, este Parlamento es precisamente la representación de la diferencia entre aquel sistema político y el que tenemos en la actualidad. El Parlamento no puede pedir nada al Estado (¿?) entre otras cosas por ser él el máximo depositario de la soberanía popular, y se lo tendría que pedir a si mismo. Y en el caso que nos ocupa, tendría que pedir perdón por una cosa que no hizo ni fue el responsable.

Los de ERC pueden intentar confundir al personal, y en virtud de sus actuales planteamientos políticos – que no los históricos – pretender que la Guerra Civil española fue una guerra entre dos entidades estatales: “España” y Catalunya. He escrito España entre comillas ya que España sin Catalunya nunca ha existido como entidad histórica.

La Guerra Civil – como está generalmente reconocido – fue una guerra entre españoles por motivos ideológicos, en la que hubo miembros de los diversos pueblos de España en cada uno de los bandos enfrentados. El dictador Franco era gallego, la oligarquía de Neguri era vasca, March era mallorquín, el “Tercio de Nuestra Señora de Montserrat” estaba formado por catalanes, y los hermanos y poetas Machado estuvieron en lados distintos. El fusilamiento de Lluís Companys, como el de Joan Peiró (que también fue Ministro de la República), como el de tantos otros, fue por lo que representaban de una España diferente a la tradicional y conservadora en cada una de sus facetas, aunque decir esto hoy incomode a los de ERC.

Y ahora, los derrotados de aquella guerra, que con el tiempo hemos conseguido por voluntad popular volver a participar en la construcción de la vida colectiva del país, con evidentes renuncias hacia el pasado y aceptaciones del presente, pero con conseguidas realidades de derechos y deberes democráticos hacia el futuro, no podemos asumir que hemos de pedir perdón por unos hechos de los cuales no solamente no fuimos responsables sino por los que además fuimos gravemente afectados.

Creo, pues, que comprendiendo que hoy ERC quiera en virtud de sus actuales planteamiento políticos independentistas – plenamente legítimos – hacer esta reivindicación, no nos puede pedir a los que tenemos otras posiciones – tan plenamente legítimas como las suyas, y además, no lo olvidemos, con más apoyo democrático – que abdiquemos de nuestros planteamientos y asumamos los suyos.

No he de pedir perdón por el fusilamiento de Lluís Companys, ni como ciudadano ni como Diputado. No creo que lo haya de hacer, ni bajo ningún condicionante lo haré. Por la memoria de mi padre y de lo que representa.



Madrid - Mataró, 16-10-2004.


(Este artículo fue publicado en la revista Temas para el debate, nº 121. 2004)


8 de septiembre.

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