Creía que tenía este escrito publicado
en alguno que los blogs que he tenido o que todavía utilizo y en ellos lo
busqué inútilmente. No, fue publicado en el semanario Capgròs antes de que pusiera en marcha mi
primer blog, en noviembre del 2004, en unas colaboraciones quincenales que
hacía en él tituladas “Des de Madrid” y luego, su traducción, en la revista Temas, nº 121, del mismo año.
Como el tema vuelve a resurgir –en medio
del ambiente político existente- he pensado que vale la pena volver a
publicarlo, ya que –catorce años después- continúo creyendo en la vigencia
de su contenido, pensado lo mismo que escribí entonces. Seguramente lo que ha cambiado
es el entorno político y probablemente quien lo lea no lo verá igual. Cierto,
quizá me he quedado en minoría y en fuera de juego.
NO HE DE PEDIR PERDÓN.
Preside mi despacho de
Diputado en Madrid una caricatura de mi padre (con el que tengo un cierto
parecido) hecha en la Prisión Modelo de Barcelona el mes de diciembre de 1939
cuando estaba “hospedado” en ella como consecuencia de su pertenencia al bando
perdedor de la Guerra Civil española.
El Grupo Parlamentario de Esquerra Republicana de Catalunya planteó en
el Congreso de Diputados una propuesta para que el Estado
Español pidiera perdón a las
instituciones catalanas por el juicio y fusilamiento del
que fue Presidente de la Generalitat de Catalunya Lluís Companys.
Esta propuesta – hecha por quien la hace – es una contradicción en si
misma. Contradicción que supongo que es deliberadamente asumida por sus
proponentes. El Grupo Parlamentario de ERC es un grupo del Parlamento de
España, y este Parlamento democrático no es continuador
del Estado franquista – de la
Dictadura – que gobernó España durante casi cuarenta años. Mejor dicho, este
Parlamento es precisamente la representación de la diferencia entre aquel
sistema político y el que tenemos en la actualidad. El Parlamento no puede
pedir nada al Estado (¿?) entre otras cosas por ser él el máximo depositario de
la soberanía popular, y se lo tendría que pedir a si mismo. Y en el caso que
nos ocupa, tendría que pedir perdón por una cosa que no hizo ni fue el
responsable.
Los de ERC pueden intentar confundir al personal, y en virtud de sus actuales planteamientos
políticos – que no los históricos – pretender que la Guerra Civil española fue
una guerra entre dos entidades estatales: “España” y Catalunya. He escrito
España entre comillas ya que España sin Catalunya nunca ha existido como
entidad histórica.
La Guerra Civil – como está generalmente reconocido – fue una guerra entre españoles por motivos ideológicos, en la que hubo miembros de los diversos
pueblos de España en cada uno de los bandos enfrentados. El dictador Franco era
gallego, la oligarquía de Neguri era vasca, March era mallorquín, el “Tercio de
Nuestra Señora de Montse rrat” estaba
formado por catalanes, y los hermanos y poetas Machado estuvieron en lados
distintos. El fusilamiento de Lluís Companys, como el de Joan Peiró (que
también fue Ministro de la República), como el de tantos otros, fue por lo que
representaban de una España diferente a la tradicional y conservadora en cada
una de sus facetas, aunque decir esto hoy incomode a los de ERC.
Y ahora, los derrotados de aquella guerra, que con el tiempo hemos conseguido por
voluntad popular volver a participar en la construcción de la vida colectiva
del país, con evidentes renuncias hacia el pasado y aceptaciones del presente,
pero con conseguidas realidades de derechos y deberes democráticos hacia el
futuro, no podemos asumir que hemos de pedir perdón por unos hechos de los cuales no solamente
no fuimos responsables sino por los que además fuimos gravemente afectados.
Creo, pues, que comprendiendo que hoy ERC quiera en virtud de sus actuales
planteamiento políticos independentistas – plenamente legítimos – hacer esta
reivindicación, no nos puede pedir a los que tenemos otras posiciones – tan plenamente
legítimas como las suyas, y además, no lo olvidemos, con más apoyo democrático
– que abdiquemos de nuestros planteamientos y asumamos los suyos.
No he de pedir perdón por el fusilamiento
de Lluís Companys, ni como ciudadano ni como Diputado. No creo que lo haya de
hacer, ni bajo ningún condicionante lo haré. Por la memoria de mi padre y de lo
que representa.
Madrid - Mataró,
16-10-2004.
(Este artículo fue publicado en la revista Temas para el debate, nº 121. 2004)
8 de septiembre.
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