23 mayo, 2006

Escoger pareja

Tal como expliqué hace pocos días, el Gobierno ha debido decidir cómo sorteaba el primer escollo parlamentario de su propuesta de reforma fiscal, la consideración de la totalidad de la iniciativa.

Como que había enmiendas a la totalidad, en ambos sentidos, hacía falta escoger cómo avanzaba. Si lo hacía con “los socios preferentes” de la legislatura, los que habían votado la investidura de Zapatero, ERC e IV, o si se decantaba por CIU. Es evidente que en este baile el PP no podía ser pareja.

Las demandas eran lógicamente divergentes: La izquierda acentuaba las tintas de la propuesta de reforma, la derecha las diluía.

El Gobierno ha escogido CIU. Este grupo retiraba la enmienda a la totalidad y votaba con el Gobierno. ¿Porqué? Los discursos que se pronunciaron a la tribuna en la sesión de este jueves ya eran a “toro pasado”. Todos eran justificativos de la votación posterior, pero indicaban por dónde habían ido las cosas, cuáles habían sido las peticiones y como se habían, o no, logrado los acuerdos y los desencuentros.
Tanto ERC, como IV, hicieron un discurso radical, de acuerdo con sus principios. Ante la propuesta, moderada, del Gobierno querían más. La querían más acentuada la reforma. Normal. Lo qué pasa pero, es que si el Gobierno (con 164 Diputados/das) no cree, o no quiere, ir más allá del que le piden 8 y 5 diputados/das respectivamente, y a la vez necesita más votos, no le queda más remedio que apoyarse en la derecha. Estirando la cuerda a veces se rompe.

CiU otra vez, el rey de la situación. Sánchez Libre exultante en la tribuna: “Hemos conseguido menos impuestos para todos los españoles y para las empresas”. De los “españoles” habló más bien poco. Pese a que el 85% del coste de la reforma está en el IRPF, el diputado de Unió dedicó el 70% de su intervención al impuesto de Sociedades que es el que verdaderamente le interesa: La rebaja propuesta del 30% al 25% por las PIMES en cinco años, de golpe. Rebajas a la reinversión de beneficios. Tratamiento especial de la I+D... Veremos en el trámite parlamentario que ahora comienza como se concreta lo que se pactó.

La "cultura de coalición”, o de trabajo en minoría, tiene estas consecuencias. Hace falta medir muy bien los límites de las exigencias, tanto por los grandes como por los pequeños. La percepción de ceder demasiada y pasarse, o de plantarse y no obtener apoyo siempre es subjetiva. Pero harían bien las parte confrontadas en analizar las consecuencias resultantes de su juego.
En este caso se ha producido un cambio de pareja en una cuestión importante como es la reforma fiscal. Tema complicado, el tema y el resultado, puesto que el corolario lógico es: ¿Con quien bailaremos los presupuestos del año 2007? ¿Cuánto tensarán la cuerda, todos: el Gobierno, los “socios preferentes”, la nueva pareja, de cara a las cuentas del año que viene? Estamos en la mitad de la legislatura. La incapacidad de la izquierda, de toda la izquierda –nosotros también – para construir un sólido bloque de progreso deja como única alternativa la del juego de los nacionalismos moderados (CIU y PNV) de ser la bisagra del arco parlamentario.
Luego, ¿De qué nos extrañamos de otras cosas?
Mataró, 19 de mayo.

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