21 abril, 2008

El mástil y la bandera.

El Alcalde me envió un tarjetón invitándome al acto de la izada de la bandera catalana en el nuevo y magnífico mástil instalado en la plaza de Santa Anna. Ya cuando conocí la decisión hice una sutil “coñeta” tomando prestado un chiste de “El Roto”. Evidentemente no fui al acto. Claro, ¡Eres un empedernido españolista!

Ramon Bassas (Primer Secretario local el PSC) hace una enconada defensa del tema (ya me la había hecho personalmente). Como que es uno de los que tomó la decisión... Este chico está muy místico últimamente. Escribe unas cosas...: Que si los sentimientos, los símbolos, la liturgia et tutti quanti. Deben de ser cosas del post socialismo que ahora tanto se lleva.

Ni en dioses, reyes ni tribunos,
está el supremo salvador…

Uyyy, ¡Qué antiguo eres! Ahora, esto ya no se usa. Bien, quizás algunos no lo han usado nunca.

El amigo y compañero Pep Puig Pla (que toda la vida ha pasado por ser del ala catalanista del PSC) hace una sensata reseña del tema en el Capgros.com. Recuerda los alaridos que se hicieron cuando la bandera española de la Plaza de Colón de Madrid y hace la evidente comparación. Claro, aquello estaba en España. ¡Fachas! No tiene nada a ver. Faltaría más que no pudiéramos mostrar nuestros sentimientos en Cataluña. Pep, ahora te crucificaran, aunque veo bastante gente que opina como tú y como yo.

Sólo habría que plantear, para ver lo que hay realmente detrás de la iniciativa, lo que hubiera pasado si la propuesta hubiera sido de un mástil con la bandera española. Perfectamente descriptible, sin duda. Pero no forcemos tanto el supuesto: ¿Y si se hubiera hecho la propuesta de poner en lugar central, público, visible y evidente las cuatro banderas que nos identifican: la europea, la española, la catalana y la mataronesa? Aparte de oír qué carajo nos representa alguna de estas banderas, la respuesta es bien conocida: es historia viva y evidente en nuestra ciudad.

Pasemos por alto el episodio anecdótico del cartel de la fiesta mayor de Les Santes de 1994 de Santi Estrany en que la imagen del edificio del Ayuntamiento con las banderas habituales ocasionó un revuelo sin par en el seno de la patriótica “Comisión de la Fiesta Mayor”, con exigencias de que no saliera el pequeño pedazo de la bandera española que acabaron en mi despacho: imposición del Alcalde. ¡Botifler tenía que ser!

Hay un hecho anterior que ahora ya debe tener más de veinte años. En la remodelación que se hizo de la Plaza del Ayuntamiento (Rafa Cáceres, arquitecto) se instalaron cuatro mástiles en la entrada de lo que había sido el Carreró (el callejón). Era para colocar en fechas señaladas las cuatro banderas. Muchos años hicimos allí el acto del Día de Europa, pero no conseguimos el objetivo que pretendíamos. Si alguna vez lo intentábamos debíamos poner vigilancia policial para protegerlas. Bien, para proteger una, la española. Pero, ¿Como se nos había ocurrido esta idea en plena zona “nacional”? ¡Era toda una provocación! “¡Atrás que la plaza es nuestra!”. ¡Como los de Cabrera! Y desde entonces allí están los mástiles, desnudos y sin sentido en un lugar que queríamos que fuera emblemático de la ciudad.

Pues nada, siguiendo a Lakoff (ahora tan de moda), prisioneros de los marcos conceptuales construidos por nuestros adversarios (¿O es que no son nuestros adversarios? ¿Deberemos considerarlo así?), y nosotros al frente.





Después vienen las elecciones, y los ciudadanos y las ciudadanas hacen sus opciones, a favor, en contra o absteniéndose según los casos, las ofertas y las circunstancias que se dan. Recientemente hemos tenido una muestra de ello. ¿La hemos entendido adecuadamente?

Per damunt dels nostres caps,
enlairem una senyora
(Uyyy, perdón) una senyera,...

Cabrils, 20 de abril.

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