08 abril, 2008

A raíz de la sequía.*

*(Artículo para Capgros.com)

“De aquellas lluvias, estos lodos”. Los lodos de ahora, los del fondo de nuestros pantanos son de lluvias muy antiguas. El conocido ciclo hídrico mediterráneo está teniendo periodos, especialmente de sequía, más largos. No perdamos de vista el cambio climático para explicarlo.

La población aumenta y el proceso de urbanización es imparable. El uso doméstico del agua es indicador de confort y va ligado al incremento de renta y riqueza general. Por muchas
tres R que se quiera no se puede mantener congelado o pretender su disminución.

Una característica de la política del periodo democrático ha sido el tacticismo. Pocos han querido mirar a largo plazo. Pocos han levantado la cabeza, mirado lejos y verlas venir, tal y como venían deprisa, y tal y como eran fáciles de ver.

Otra característica de este periodo, que está aumentando, es la exagerada territorialitzación de la actividad política. Defensa numantina del status quo y de la pequeña (o ínfima) patria. No ha habido demasiadas posibilidades de planteamientos de conjunto globales y no se han cortado por lo sano actuaciones puntuales egoístas irracionales y negativas. Las normas solo han tenido existéncia en el papel. Nadie se ha atrevido a hacerlas cumplir.

El urbanismo descontrolado por todas partes, despilfarrador de recursos. La actividad económica que no contabiliza todos sus costes: pozos ilegales a puñados, vertidos incontrolados en muchos lugares. Estructuras políticas locales, superadas unas y sin sentido otras, que no sirven para ejercer ningún control eficiente sobre lo que pasa en su ámbito territorial. Opciones políticas obsesionadas en aumentar su presencia no para ofrecer alternativas sino para ocupar despachos.

Estas han sido las “lluvias” simbólicas que han caído sobre Cataluña en los últimos treinta años que ahora dejan los “lodos” de las posibles restricciones a las cuencas internas, de los agravios de campanario de todos contra todos, de la imposibilidad de dar confianza en la acción política a los ciudadanos y las ciudadanas.

Ahora todos juntos hemos de afrontar la dura realidad. Estamos en una situación de emergencia en el tema hídrico, para el campo y para las ciudades.

¿Qué hacer?

Antes que nada, asumir responsabilidades. Salir a la calle y decir que lo hemos hecho mal. ¡Algunos más que otros! No estaría de más que se dieran algunas desapariciones del mapa político.

Segundo. Intentar encontrar la solución –que parece que no debe ser demasiada prolongada en el tiempo- con los menores costes posibles. Costes no económicos sino políticos. No podemos dar agua a unos a cambio de gasolina para que se inflamen otros.

Tercero. Habrá que destinar el dinero preciso (quizás más del que sería necesario) para asumir ahora los costes que no se quisieron asumir antes. Los costes que se quieren esconder, o no se quieren imputar, tarde o temprano acaban aflorando. Será preciso afinar las partidas (hay recorrido en cualquier presupuesto público después de un periodo de prosperidad) Al fin y al cabo, un año se pasa enseguida. Cierto si miras lejos, a largo plazo. Claro que si sólo gestionas como te mantienes día a día un año se hace muy largo.

Cuarto. Sacar algunas lecciones y experiencias y sentar las bases para que en otros temas que tenemos sobre la mesa (la producción y distribución de energía, las comunicaciones, la educación, la convivencia, la administración de la justicia,...) no nos pase el mismo.

En concreto:

Perdimos la oportunidad del Ródano ya hace muchos años, en los noventa cuando se empezó a discutir. Ahora ya no sirve. Cuando se podría empezar y el tiempo que tardaría en hacerce lo hacen inviable.


Parece que la solución está en las desaladoras y el re-aprovechamiento del agua de las depuradoras. Pues, ¡A toda máquina! ¡Sin manías! ¡No pongamos trabas a la solución!

Los trasvases son hoy, por la historia reciente, inaceptables. Cuando baje la espuma de la queja por la queja se habrán de volver a plantear las necesarias y de sentido común interconexiones de las redes, con unos usos y funciones definidas. Lamentablemente ahora no es posible pensar en ello.

Hay que, con administraciones que sean competentes (no competentes legalmente, sino en términos de saber y eficiencia en la gestión), afrontar las múltiples y conocidas ilegalidades y “chanchullos” existentes en esta materia.

Sólo nos queda –para estos meses que espero sean bien cortos- pagar, al precio que sea, el abastecimiento de agua a quien nos la quiera, pueda o le dejen vender.

Mientras tanto, a sufrir.


Madrid, 31 de marzo.

No hay comentarios: