22 febrero, 2006

Dos reflexiones atrevidas(1) e interrelacionadas sobre el País Vasco


(1) Atrevidas: de atreverse, ponerse en un sitio o tema complicado con un cierto riesgo.

1. Acuerdo del Parlamento de Euskadi (sólo con los votos favorables de los grupos nacionalistas): “La paz tiene que hacerse sin vencedores ni vencidos”.
Declaraciones del Defensor del Pueblo (hermano de un asesinado por ETA) : “Al final tiene que haber vencedores y vencidos”.
Voluntades divergentes.

Creo que habrá vencedores y vencidos. No es lo mismo la exigencia de lo que se quiere que pase (tendrá), de la constatación de lo que probablemente pasará (habrá).

El final de toda guerra comporta que unos ganen: aquellos que puedan en aquel momento mirar aligerados al futuro con esperanza, sean del bando que sean; y que otros pierdan: aquellos que vivirán abrumados por el pasado con dolor, también del bando que sean.

Los primeros se desembarazarán de la tensión que comporta la lucha (ofensiva o defensiva) y podrán hacer vida normal, y ganarán, y ganarán con ello. Los segundos no podrán sustraerse a los vacíos afectivos de todo tipo que habrán tenido y continuarán derrotados. Y el tiempo conllevará la superación de este nuevo equilibrio social por desaparición física de los protagonistas y por el desvanecimiento de los recuerdos y de la memoria.


2. Otra declaración. De víctimas de terrorismo: “La paz no puede hacerse pagando un precio”.

La paz es un valor social no un valor natural y por tanto como cualquier bien, producto de la actividad humana, tiene, o ha de tener, un precio. ¿Cuál? Aquel que los agentes sociales que la persigan estén dispuestos a pagar. Cada agente establecerá su curva de preferencia. Los demandantes de paz, qué precio están dispuestos a pagar por la cantidad que están dispuestos a obtener. Los oferentes de paz, qué precio quieren obtener y qué cantidad están dispuestos a dar. Y es preciso decirlo claro: No querer pagar nada (que es legítimo, es una opción posible) implica consecuentemente el nivel de paz (o correlativamente, el nivel de guerra) que se está dispuesto a obtener o mantener.

En la “guerra” terrorista también todos los agentes juegan con esta ecuación. En la búsqueda de la paz en esta guerra también actúa esta ecuación. Las apuestas de los actores se evalúan (por unos y los otros) y se adaptan continuamente. Son dinámicas. Los agentes que concurren a este mercado lo exploran continuamente.

Quién no va a la plaza no compra, pero tampoco vende.

Yo quiero que haya paz, pero solo soy un actor marginal.

Madrid, 21 de febrero.

7 comentarios:

ezkurdi dijo...

Benvolgut Sr. Mas,

Comença avisant del caire atrevit de les seves reflexions. I és cert; ha comès l’atreviment d’exposar públicament unes idees molt discutibles, però tranquil perquè l’únic risc que li pot suposar és trobar-se amb que quedi al descobert la seva altura moral i política i que hagi quin discrepi, com jo.

Disculpi el to de l’anterior afirmació, però és que em considero part afectada i tinc uns quants anys d’experiències al respecte. He tingut coneguts i amics que realment van assumir riscos i patir el terrorisme d’Eta i el seu entorn, únicament per fer públic el que pensaven o, per exemple, prendre part al seu partit.

És per això que reflexions tan fora de la realitat com les seves, en clau d’asèpsia mercantil, parlant de guerres i bàndols, reconeixent com a agent social legítim (en igualtat a la resta) a una banda criminal, etc. em resulten absolutament desesperançadores, sobre tot quan venen d’un representant públic que hauria de tenir unes mínimes coses clares. Espero que algun dia interrelacioni aquestes reflexions amb paraules com: Innocència, Democràcia, legitimitat, Estat de Dret, Justícia i Llibertat.

Agraint la seva atenció,
Molt cordialment.

Lady Godiva dijo...

Estimado congresista:
Leídas sus reflexiones ¿atrevidas? permítame el atrevimiento. Estoy segura de que compartimos igual interés por la semántica,visto el entusiástico uso que hace de la misma.Y yo me confieso rendida admiradora de María Moliner. Pero a lo que íbamos.

Leídas sus reflexiones me queda la impresión de que Vd. plantea estas importantes cuestiones en términos puramente mercantilistas. Y en esta tierra regada con sangre de inocentes eso es, cuando menos, de muy dudoso gusto. En Euskadi no estamos en guerra, por mucho que haya quienes se empeñen en ello, por la vía de las pistolas o de torticeras maniobras palabreras. Aquí sólo ha habido y hay todavía un grupo de criminales terroristas que intentan imponer su ideario a sangre y fuego, y otro que se está empachando de comer frutos secos (ya sabe, la famosa teoría de que alguien sacude el árbol y todos sabemos quiénes se comen las nueces). No hay, por tanto, dos bandos, falacia que viene muy bien para justificar lo injustificable (que haya quien se aproveche de que en Euskadi la amenaza terrorista pende de la cabeza de la población no afecta al régimen nacionalista y, por tanto, no es sujeto de derechos en la misma medida que quien sí es nacionalista, lo es). ¡Ah¡ su referencia al tiempo. Como dice un buen amigo mío, el tiempo se encargará de recordar quién se situó a qué lado de la fina línea que separa la dignidad de la indecencia.

Por lo que respecta al precio de la paz, volvemos a lo mismo: es que no estamos en guerra, caballero. Aquí lo que queremos es vivir en libertad y que no nos maten. Y que eso se cumpla es obligación del Estado, que tiene que utilizar todo el potencial a su alcance para garantizar que así sea. Y le rogaría, desde lo más profundo de mi corazón, que no reduzca a las víctimas del terrorismo a meros trasuntos de Shylock, el atormentado personaje shakesperiano. Quienes han sido brutalmente mutilados y/o han perdido de la peor manera posible a un ser querido no mercadean con su dignidad que, por otra parte y a menudo, es lo único que les queda. Y, desde luego, merecen una mayor consideración que la que destila su frase de "Quién no va a la plaza no compra, pero tampoco vende".

Verá, yo lo que quiero es libertad, memoria, verdad y justicia. Y defenderé con toda la fuerza de mi palabra que no haya euskofascistas que se lleven todo eso por delante.

Manuel Mas i Estela dijo...

1. Crec que cal discutir, debatre. No pretenc pas donar per bo tot el que penso, dic o faig (no sóc Déu). Però si no ho contrasto no ho sabré mai.
2. Tampoc tinc cap problema amb la meva alçada moral i política. Tothom té la que té i no penso pas que sóc res d’excepcional.
3. És normal en tota societat lliure que hi hagin discrepants.
4. Dit això, que espero sigui a la recíproca, jo també tinc experiències al respecte. D’amics i companys, com l’Ernest Lluch o l’Eduardo Madina. De vivències personals al País Basc amb l’Alcalde Odón Elorza. Fins i tot, i això és menys important, he anat amb escolta de resultes de la presència terrorista a la meva ciutat.
5. Ja sé que a molta gent els costa d’acceptar la dura i pura realitat, que no cal, ni s’hi val, confondre amb legalitat, i menys amb legitimitat, i es refugien en els grans conceptes que tots desitgem, però que no ens venen donats, sinó que els hem de construir dia a dia i pas a pas. Entre tots.
6. Cordialment

Lady Godiva dijo...

Yo no sé catalán, así que si pudiera ser en la lengua cervantina lo agradecería infinito.

Manuel Mas i Estela dijo...

Querida Lady Godiva.
Antes contesté en catalán ya que eme, el anterior comunicante, así lo hizo. Lamento que no utilizara el blog que tengo en aquella lengua donde colgué la misma entrada. Nada, vamos a su respuesta
¿Atrevidas? Si, puse atrevidas intentando explicar que sabía a lo que me exponía. Podía no haber entrado en este tema, mirar hacia otro lado, pero quise exponerme. Y por lo que veo no me equivoqué.
Hice una aproximación desde un anhelo de paz. Es cierto, no ESTAMOS en una guerra declarada o convencional. Pero algunos ESTAN HACIENDO, Y OTROS ESTAN PADECIENDO, una guerra. Los que la inician no son un ejército, son terroristas: matan, extorsionan, intimidan, quieren imponer e imponerse por la fuerza.
No reflexiono desde posiciones nacionalistas. Quien me conoce lo saben, y este blog, y lo que contiene, dan fe de ello.
Lamento decirlo. Que no queramos no es lo mismo que no estemos. Si otros nos agreden hemos de defendernos. Con la ley y el derecho, pero actuaremos. Y los bandos existen. Que no estemos de acuerdo con los métodos de uno de ellos no los elimina. Que seamos cuantitativamente y cualitativamente muy diferentes (y nosotros superiores) no los borra.
Quise plantear los pros y los contras de los actores. Seguramente lo hice muy crudamente. Pero creo que hay que enfrentar a la gente con la realidad, por macabra e infame que sea. No me gusta la palabrería, muchas veces vacua, que empaña la percepción de lo que pasa. Las decisiones que se toman, por unos y por otros, tienen consecuencias. Esto es lo que quise decir. Todas las decisiones democráticas son legítimas y respetables, y las opciones posibles tienen unas u otras consecuencias que hay que asumir. La que entiendo que usted propone, la del uso exclusivo de la legítima fuerza del Estado, es una de las posibles soluciones, que seguramente usted piensa que es la mejor, pero a mi me parece que no es la única. ¿Que tiene sus efectos positivos? Que duda cabe, pero también tiene sus costes. Quizá no se entendiera la última frase fuera de este pensamiento. La búsqueda de la paz, que todos los gobiernos de la democracia han buscado de una u otra forma, implica bajar a la arena, tomar decisiones, que seguramente no serán al gusto de todos, que seguramente desagradarán a algunos. Entiendo y respeto a quien diga NO EN MI NOMBRE, y entiendo y respeto a quien diga SI EN MI NOMBRE. Lo que pido es la aceptación de las decisiones democráticas, y más en este tema.
Cordialmente

Lady Godiva dijo...

Estimado congresista:

Acabo de hablar con alguien mutilado, con otra persona que perdió a su hermano (servidor del Estado) hace 18 años, con otra a quien mataron a su padre y los terroristas le denominaron, ya entonces "riesgo revolucionario" (versión antigua de la más actual "daño colateral").... suelo hacerlo casi a diario con este tipo de personas, las que no suelen salir en las noticias, ni tienen el amparo de los partidos políticos, ni....... llevamos mil días sin muertos, pero más de cien mil con ellos, y parece que nos hemos dado cuenta hoy de que existen. A estas personas no hace falta que las enfrenten con la cruda realidad, porque la viven a diario, en primera persona, desde hace ya demasiado tiempo.

Mantengo, aunque Vd. discrepe, que no estamos en una guerra. Y en cuanto a los bandos, lo único que puedo decirle es que hay un grupo terrorista que mata y que selecciona cuidadosamente a sus objetivos, y sólo muy recientemente en el tiempo se ha dedicado a eliminar a políticos no nacionalistas. Como verá, también son expresiones crudas, pero llevamos demasiado tiempo viendo como caen militares, guardia civiles, policías nacionales, empresarios, periodistas, profesores.......... un abanico demasiado amplio del que muchos se han dado cuenta hace muy poco. Y yo estoy cansada de que me insulten por la calle y me llamen hijaputa, zorra española, fascista, y quienes a mí me conocen y aunque no tengo blog ni nada por el estilo, también les sorprende porque saben que llevo con orgullo la herencia de mi abuelo asesinado por la intolerancia en 1936. Pero sigo aquí.

Precisamente por eso aprecio la libertad y la democracia, por ese orden, porque sin la primera no es posible ni se entiende la segunda. Precisamente por eso creo firmemente que la impunidad pasada no justificaría otra impunidad futura. Precisamente por eso, en mi nombre no habla NADIE, únicamente yo misma. Y seguramente Vd. y yo aceptamos las decisiones democráticas de la misma forma y hasta es posible que lo hagamos votando incluso al mismo partido. Pero la consecución del desistimiento terrorista (que eso, y no otra cosa sería la búsqueda de la paz de la que estamos hablando)tiene que venir, precisamente, de la firmeza en la aplicación de los principios democráticos de los que nos hemos dotado. No puede ser que se pague un precio político a los asesinos, porque sería tanto como decir que las vidas de tanta gente asesinada y las heridas de los mutilados han sido la moneda de cambio que se ha tenido que pagar para que no maten a más. Y nos volverían a dejar a quienes aquí seguimos, en plan "freelance" por decirlo de algún modo, con el pecho descubierto frente a quienes lo único que desearían sería borrarnos del mapa. Y a mí no me valdría ser trilingüe (aparte del español hablo la legua del imperio yanqui y la de la tribu local) ni tocar instrumentos autóctonos (txistu y tamboril). Heredé de mi abuelo la cabezonería roja con unas gotas negras, y eso aquí, caballero, se paga caro.

ezkurdi dijo...

Sr. Mas:
Sí. Son recíprocas las primeras matizaciones que me realiza y vaya por delante mi más sincera solidaridad ante la inhumana experiencia de saberse objetivo de asesinos y en constante alerta y protección/vigilancia. La crudeza de aquel primer texto me hizo presuponer que estaba escrito desde esos despachos en los que las élites políticas se plantean el siguiente movimiento de ficha como si de un juego de ajedrez se tratase… y yo ante eso, aunque sea un simple peón, me rebelo.

Por lo demás, además de compartir plenamente cada coma de lo que le expone Lady Godiva (infatigable compañera en esa escuela de la democracia que ha sido el pacifismo vasco para muchos de nosotros), querría aprovechar la oportunidad que nos concede abriendo este espacio para manifestarle algún desacuerdo y, sobre todo, aportarle argumentos para el contraste de sus reflexiones:

Yo no confundo la dura y pura realidad con la legalidad y legitimidad; sino que considero que la realidad se ha de regir por la legalidad; echaba de menos que en aquel juego de palabras estableciese con claridad esa línea divisoria. Puede parecerle testimonial, pero ¿quién si no un legislador como Usted tiene la responsabilidad pública de hacerlo?. Siempre que tengo ocasión, y hoy es una de ellas, les reclamo asuman en sus intervenciones la responsabilidad pedagógica que dada su relevancia tienen hacia la ciudadanía.

Sobre la legitimidad. Sigo discrepando de los bandos. Los terroristas no tienen ningún espejo donde mirarse, ningún otro actor al que se les pueda equiparar. Necesitamos más diálogo, por supuesto: entre los demócratas en las plazas públicas, en y entre todas y cada una de nuestras legítimas instituciones democráticas; éste es el espacio de los acuerdos políticos. En todo caso, la calle y la cotidianidad es la arena a la que deben bajar para la gestión de la convivencia. No entre sombras, con chantajistas en activo a los que se promete, con guiños y palmaditas en la espalda, mesas políticas extraparlamentarias y que saben que tendrán un trato diferenciado del resto de criminales (¿por qué?), bajadas de listón para su acceso a la democracia y rebajas en su proceso de reinserción (proceso que nadie les niega, de acuerdo a Derecho, si reconocen el daño causado y renuncian al terrorismo y su legitimación).

Quienes hablan de un necesario empate y del mercadeo, dejan caer que los terroristas, alguna vez, tuvieron alguna razón para matar (no digo que sea su caso). Yo, al contrario, considero que el trabajo titánico está en deslegitimar el terrorismo (nunca ha existido una sola razón para matar, siempre es injusto, la víctima siempre es inocente), sus formas y su fondo (y esto el nacionalismo gobernante nos lo discute a diario).


Por lo tanto, resulta fundamental:

1. Proceder con el Estado de Derecho, con rigor, sin los atajos criminales como los del Gobierno González, ni las brochas gordas del de Aznar. Y es que hay decisiones democráticas ilegítimas como la primera citada y otras del segundo cuya legitimación (el ejercicio del poder legítimo) cuestionamos, ¿no?.

2. Estoy de acuerdo que con la ley no es suficiente. Y es que además nos hemos pasado la vida intentando democratizar la violencia, en lugar de hacerlo con los valores y principios que la erradicarían definitivamente. No se trata de borrar a las personas, sino de proceder tratando de invertir el mayor número de elementos que retroalimentan la socialización en la violencia y el terror.
Como ve, le he hablado de responsabilidad pública, ética política, legitimación institucional, pedagogía democrática… y es que creo que esto –el reforzamiento y profundización democrática-, junto a la aplicación de la ley, es lo que se debería desarrollar por todos y cada uno de los representantes políticos y responsables institucionales para acabar con el terrorismo. Constrúyanlos día a día y paso a paso entre todos los demócratas sensatos y honestos; por favor, basta ya de luchas de poder y sectarismos partidistas (que vaya si tienen consecuencias).

Le aseguro que para quienes vivimos en Euskadi todo esto no son grandes conceptos sino libertades cotidianas por las que nos hemos dejado sangre, sudor y lágrimas.


Por último, agradecerle que abra esta ventana al mundo y desarrolle este ejercicio de proximidad institucional y normalidad democrática.

Muy cordialmente.