Casualmente tengo conocimiento de la polémica entre José Ignacio Wert y Javier Cercas, en El Pais, sobre las valoraciones de la Transición y la República como referentes para nuestra actual democracia.
La carta al Director de Wert que descubrí, publicada el pasado 28/01/06, me llevó al segundo artículo de Cercas, de este al artículo de Wert sobre el primero de Cercas, y este al artículo de Javier Pradera del 20-N del año pasado: “La Huella de régimen”. Desconozco si hay más aportaciones directas o indirectas al debate.
Como tengo posición sobre lo tema me intereso por la polémica. En el fondo el debate es sobre si hace falta o no reabrir la Transición. O mejor dicho, si se hizo mal, si se cerró en falso y hace falta corregirla. ¿Hay una nueva generación de españoles, la de los nietos de la Guerra Civil, que está en esta tesitura? Parece que algunos hay.
Pradera niega que hubiera uno “pacto del olvido”. Yo también creo que explícitamente no lo hubo, pero si implícitamente. Cercas dice “no se olvidó, sino que se aparcó, se soslayó, se dio de lado el pasado”. Yo creo que hubo más. Se renunció no al pasado, que es irrenunciable porque está allí, sino a ajustar cuentas con él, que es otra cosa. Se decidió mirar adelante. No olvidar, pero si no pedir cuentas. Wert dice que la República fue “un fracaso de la democracia”, que no debe “constituirse retrospectivamente en el mástil mora al que amarrar la nueva democracia”, y acusa que “Los asuntos del espacio público que ocupan el lugar central de la agenda política están refractados por ese prisma revisionista”.
La primera afirmación de Wert es incompleta puesto que los condicionantes exteriores, los ideológicos del momento y los provenientes de la historia, no lo permitieron, En todo caso si fue un fracaso no es imputable a la República, creo yo. Con la segunda estoy de acuerdo, ya lo dije. La tercera es falsa y obedece al discurso que ahora corre por Madrid. Objetivamente, ni la política económica, ni la exterior, ni la de los derechos sociales, ni, aun la territorial, y sobre todo la propia forma de hacer política, tienen nada a ver con la República. Por una sencilla razón: porque el mundo de hoy tampoco tiene nada a ver con el del primer tercio del siglo XX. ¿Alguien se imagina el Parlamento de la II República hablando de bodas gays?, o ¿de la geo-estrategia energética?
Cercas dice: Entonces “¿Tenía razón Tejero?”. Obviamente, no. No, porque las circunstancias no eran exactamente iguales. La crispación de la Transición sólo tenía una fuente: ETA. La otra, los GRAPO, continúa siendo muy oscura. Pero las fuerzas políticas, sindicales y empresariales, eclesiásticas... no estaban como en los años treinta. No es equiparable en absoluto.
Cercas acusa Wert de presentar una visión equidistante entre la guerra civil y la posguerra. De acuerdo con él, no puede haber equidistancia. Pero no va de esto el debate, sino de lo que dice Wert en su última respuesta. “La tesis era muy sencilla: La Transición es mejor espejo de referencia de nuestra actual democracia que la República” Y en esto le doy la razón. Seguramente porque los protagonistas estamos satisfechos a la vista de los resultados que hemos conseguido. Cosa que, desgraciadamente, no pueden decir, con culpa o sin ella, con razón moral o política o sin ella, nuestros padres. No podemos tomar como referencia una cosa que no pudo ser teniendo al alcance una que es.
Mi amigo Antonio Luis me dio un gran placer al regalarme esta Navidad una excelente edición de la obra de Manuel Azaña “La velada en Benicarló. Diálogo de la guerra de España”. (Ed. Castalia. M-2005)
Mataró, 31 de enero.
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