Última sesión del año en la Comisión de Industria Turismo y Comercio del Congreso. Comparece el Ministro Montilla para explicar, a petición propia, los resultados de la cumbre de la OMC en Hong Kong, y también para explicar la situación de la balanza de pagos española, a petición del grupo del PP, y el estado de la directiva europea de liberalización de los servicios, a petición del grupo de ERC.
De la intervención del Ministro, y de las aportaciones de los grupos en el subsiguiente debate, me quedo con la idea de la clásica polémica librecambismo / proteccionismo. Con los años creo que ha quedado suficientemente demostrado en la teoría y en la práctica económicas que el proteccionismo comporta ineficacia y estancamiento en las colectividades que lo adoptan, mientras que la apertura, controlada en los primeros estadios del desarrollo económico, comporta crecimiento y dinamismo. Es evidente que los actores “nacionales” del actual panorama económico mundial no están en iguales condiciones. Nosotros estamos entre los ricos, objetivamente (somos el octavo PIB mundial), y no debemos tener miedo a la globalización. Tenemos retos, especialmente los derivados de la competencia que arrinconará determinados sectores y muchas de sus empresas, pero también tenemos muchas oportunidades, derivadas de nuestras capacidades y posibilidades. Sólo falta que haya más gente que se lo crea, aunque creciendo al 3,5% anual como estamos haciendo debe de ser porque ya hay unos cuántos que se lo creen.
Pero el debate político, lamentablemente, no se hace sobre datos objetivos por parte de los actores que participan en él. Se trata de hacer llegar a la sociedad que cada alternativa pretende defender mejor que las otras los intereses generales, aunque sea defendiendo intereses concretos que son contradictorios para el conjunto. Lo que cuenta son los votos que hace falta mantener, o arrebatar al adversario, diciendo a la gente lo que quiere oir, no lo que pasa en realidad.
Así los canarios(bueno, los del grupo de Coalición Canaria) se preocupan por la colocación de su producción de plátanos frente los que vienen de América, que a su vez está controlada por unos pocos grandes operadores norteamericanos, pero que representa la subsistencia de muchas familias de zonas pobres centro-americanas. Los gallegos, del Bloque Nacionalista Galego, con un lenguaje marxista rancio, defienden sus vacas y la pervivencia (?) de la agricultura poniendo ejemplos nórdicos frente a la codicia del capitalismo multinacional. Los de ERC se preocupan por si la futura directiva europea de servicios atacará el modelo catalán (?) de distribución comercial, cogiendo así la vieja y desfasada bandera de los “botiguers”. Los del PP utilizan la voz autorizada (?) del gobernador del Banco de España, ahora que con la moneda única ya no tiene competencias efectivas, para alertar sobre el déficit comercial, obviando el nuevo marco europeo al que nos hemos voluntariamente atado. Los de CIU, y el Ministro, recuerdan la complejidad de la situación. Debemos reformar la PAC (política agraria común de la Unión Europea), pero hemos conseguir alargarla hasta el 2013…
Creo, y así lo intenté explicar en nombre de mí grupo, que - si el comercio internacional se debe poner al servicio del desarrollo económico- los países ricos han de abandonar las pretensiones proteccionistas hacia sus compras y librecambistas respeto a sus ventas. Con esta posición de poderosos no ayudaremos a los pobres a desarrollarse. Lo que debemos hacer es precisamente lo inverso, nosotros hemos de aceptar el comercio libre con los menos desarrollados, desmontando las ayudas a la producción, a la exportación y los aranceles que todavía tenemos, y que aquellos mantengan durante un cierto tiempo alguna clase de protección para sus producciones.
Pero, ¡Ay! Este desideratum choca contra los intereses egoístas de unas sociedades que en su conjunto les cuesta mucho oir hablar de sacrificios y ajustes. Haría falta preocuparse por los afectados y darles soluciones. ¿Qué pasa con los sectores afectados por la competencia de los países emergentes? ¿Qué pasa con la agricultura, o con el textil, y quien sabe si con el automóvil? ¿Qué pasa con lo que nos viene, y nos vendrá, de la China? La respuesta es clara, es conocida y está experimentada: formación, tecnificación, internacionalización, creatividad,... En un mundo en crecimiento hay muchas oportunidades, pero hacen falta sacrificar recursos, actitudes. Y no dejar abandonados a su suerte a aquellos afectados por la dinámica de los tiempos actuales. Somos suficientemente ricos por encontrar, y dar, salidas a las personas y espacios geográficos afectados. Sólo hace falta ponerse a ello aportando los recursos que sean precisos. ¿Que esto tiene costes? Evidente, pero los podemos pagar. Sino, la imparable oleada de la globalización se llevará por delante de forma traumática todas las vallas que queramos levantar,... aunque tengan seis metros de altura como las de Melilla.
(foto Sergio Ruiz)
Mataro, 31 de diciembre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario